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domingo, 30 de enero de 2011

Verdades Dizfrazadas. Cap. 10

Entré al salón y lo vi, sentado, esperando. Vi que tenía un asiento apartado, supuse que para mí y en ese momento se me estrujo tanto el corazón que me quería poner a llorar. ¿Cómo era que él me quería lejos? Respiré hondo y preparé una que otra palabra para… ¿alejarme de él?

Tragué saliva, puesto que no quería alejarme de él. Había pasado solamente dos días con él y sinceramente eso me bastó para saber que al estar a su lado era feliz. Caminé a paso lento puesto que quería evitar llegar hacía él, pero un grupo de alumnos de último grado iban caminando con prepotencia y me obligaron a caminar rápido.

Los ojos de Sebastián se iluminaron cuando me vieron, me sonrió tan cálidamente que hubiera querido quedarme con él, para siempre, en un completo silencio, respondiendo a su sonrisa con la mía. Sus ojos me atraparon tan rápido como pudieron y no pude articular palabra alguna. Mi debilidad solamente me permitió sentarme y sacar mis cuadernos de Biología, ya que quería avanzar algo sobre la tarea.

Pero no pude. Sebastián me comenzó a hablar con esa voz que causaba una corriente eléctrica en mi espina dorsal.

-¿Y cómo te fue en tu clase de Biología? –preguntó armoniosamente.

¿Qué le respondería? ¿Mal, porque la rubia esa me exigió que me alejara de ti? No era ese tipo de chica, no era una soplona, pero tampoco quería dejar ir a Sebastián.

-Bien –una palabra. Eso fue lo que mi boca pudo expulsar. Sentía que si hablaba más me delataría y causaría un gran lío entre Jasmine, Sebastián y yo.

-¿Qué paso? –preguntó como las madres le preguntan a sus hijos cuando esperan malas noticias.

-¿Cómo sabes que pasó algo? –demandé saber.

-Kate, eres tan predecible –musitó –. Es obvio que algo te pasa, cuando algo anda mal arqueas tu ceja derecha. Siempre.

Quedé con los ojos como platos, ¿en realidad era tan predecible? Estaba a punto de abrir mi boca para preguntárselo, pero él me detuvo:

-Hiciste ese gesto, la noche del Spring break –habló en tono bajo –; en el ascensor, justo antes de que se cerrará la puerta.

¿Cómo diablos se recordaba de todo? Por un lado, ese recuerdo del Spring Break me hizo sonreír. Jasmine tal vez podía llenarme la cabeza con ideas vagas o ideas ciertas; no importaba porque Sebastián y yo tuvimos un pasado, no era uno de los mejores, pero teníamos recuerdos juntos. Tal vez nuestro presente no era tan relevante y tal vez nuestro futuro lo sería menos, pero el simple hecho de haber tenido algo que ver con él, aunque fuera por esos motivos, me alegraba.

Me quedé pensativa, supuse que él pensó que me molestaba el hecho de recordar lo del Spring Break, lo cual era totalmente erróneo, pero dejé que su mente vagara.

-Entonces dime –volvió a hablar –, ¿qué paso?

Otra vez la burra al trigo, exclamé en mi mente. Ideé algo para no contarle toda la verdad, era solamente omisión de detalles.

-Bueno –comencé –, lo que pasa es que me mandaron un mensaje para ti.

Trate de cambiar mi rostro, de cambiar mi expresión, de cambiar mis gestos; tenía planeado decirle que una compañera le había mandado un mensaje diciendo que a ella le gustaba él. Si iba a decir eso, no tenía por qué mostrarme furiosa; simplemente, no había razón.

-¿Para mí? –preguntó anonadado –. Pero si soy nuevo aquí, solamente tú me conoces bien. ¿Quién lo mandó?

Esa última frase me sacó una sonrisa interna.

-Una compañera –solté–no la conoces, pero el punto es que me dijo que tú le gustabas.

Fue mala idea decirlo así de golpeado, nunca se decía un mensaje de ese tipo tan rápidamente, pero quería salir de esto.

-¿A sí? –preguntó, no parecía muy sorprendido.

-Sí –exclamé fingiendo una sonrisa. Estaba claro que esa “compañera” era Jasmine y también estaba claro que ella quería algo más con él. Eso era un arte al cual yo solía llamar: disfrazar la verdad –, también me pidió de favor que te preguntara algo.

El hizo silencio en acto para que yo continuara.

-Me dijo que te preguntara ¿cómo te gustan las mujeres? –está bien, esa era pregunta mía, pero qué importaba. Lo malo de esa pregunta era que el término “mujeres” me hacía carcajear desde que era pequeña. Nunca me consideré una mujer; bueno sí soy mujer, pero soy una adolescente. Mujer mi madre, mujer mi abuela, mujer mi tía, pero no yo. Aguanté la risa.

-¿Por qué una compañera tuya preguntaría…? –empezó él.

-Sebastián –lo callé. Sentí cosquillas en mi garganta al pronunciar su nombre –, limítate a responder.

-Está bien, está bien –accedió a regañadientes –, ¿cómo me gustan las mujeres? –esa pregunta se la hizo más a él que a cualquier otra persona en la habitación –. Usualmente, no me suelo fijar en el cuerpo o algo así, no soy como los demás. Simplemente, me fijo en sus rostros; las que más me llaman la atención son las que tienen los ojos pardos, grandes; labios carnosos, pero delicados; sonrisa amable, pero servicial; pelo largo, pero espeso y amo cuando no se peinan.

Quería matarme de la risa con esas explicaciones, estaba claro que Sebastián no era como los demás, pero oírlo hablar así me provocaba risa; estaba acostumbrada a oír las mismas patrañas de los hombres.

-También –continuó –amo que no les preocupe nada, que se rían hasta de los chistes que no entienden, que amen la lluvia y el frio, que tengan metas para su futuro, que vean el mundo desde su perspectiva, que aprendan cosas nuevas sobre la vida día a día; que se miren seguras, pero que oculten un mar de emociones. No estoy acostumbrado a lidiar con éstas, pero sería fascinante empezar a hacerlo con una mujer como la de mis sueños. Y así me gustan las mujeres.

Cuando terminó de hablar quede boquiabierta, no sabía ni qué decir o qué hacer.

-Justo como eres, en realidad –agregó en susurros.

Me paralicé. ¿Qué acababa de decir? Era algo frustrante oír algo como eso, lo cual no estaba planeado que se escuchara, y no estar segura de lo que dijo. Estaba segura de que oí eso, o al menos mis oídos lo estaban. Pretendí no haberlo escuchado, porque al fin de cuentas ese era el propósito.

-¿Y eso era todo? –preguntó. Él sabía que había algo más o sabía que esa no era toda la verdad. Era lo mismo.

-Sí–mentí.

-¿Entonces por qué estabas tan molesta cuándo entraste? –insinuó.

Me atrapó, susurré para mis adentros.

-Es algo tonto –susurré –, y creo que no vale la pena decirlo.

-Kate –articuló mi nombre con cuidado –, dime la verdad.

Resoplé, ¿cómo podía decirle que no?

-Tuve una discusión con alguien –dije. Eso sí era verdad.

-¿Con quién? –preguntó.

-La conoces –aseguré.

-¿Con Luisa? –se preocupó.

-No –negué; decidí decírselo, al fin y al cabo él me lo estaba pidiendo. No era de que le echaría toda la culpa a ella –, con Jasmine.

-¿Qué te hizo? –actuó a la defensiva.

-Nada –musité –solo hablamos.

-¿Qué te dijo entonces? –preguntó casi enojado.

-Ella…

La campana la salvó literalmente.

Salimos de la clase y fuimos a los casilleros, en donde Natalia y Luisa hablaban armoniosamente.

-¡Kate! –exclamó Natalia al verme.

-Hasta que te dignaste a aparecer –habló Luisa con sarcasmo fingido.

Yo me reí y les expliqué porque había llegado tarde.

-¿Oye y que quería esa rubia contigo? –Preguntó Natalia inocentemente – ¿Jasmine era su nombre?

Le hice señales a Luisa para que la callara y ella la codeó disimuladamente, pero era muy tarde.

-¡Ah sí! –Exclamó Sebastián –ya no me terminaste de contar.

-Luego te digo, ¿sí? –me faltaba poco para rogárselo. El accedió y le dije que se fuera con Natalia a la clase de Español. A Luisa y a mí nos tocaba Química.

La clase pasó demasiado rápido y quería llegar al almuerzo porque me estaba muriendo del hambre. Nos sentamos justo como lo habíamos hecho el día anterior. Sebastián cruzó el umbral de la puerta de la cafetería con elegancia y con cierto porte al caminar. Llegó a nuestra mesa y se sentó a mi lado. Le compartí la mitad de mi sándwich.

-¿Y hoy no irás temprano a Educación Física? –preguntó Luisa con cierto desdén.

-No –respondió él –, calculé el tiempo y resulta que puedo comer bien e irme sin problemas.

Hablamos los cuatro armoniosamente, hasta que una sombra alta irrumpió nuestras risas. Era Jasmine, para variar.

-Hola Sebastián –le habló a él y nos ignoró a nosotras.

-Hola –respondió el con pesadez.

-Hoy no te vi en la clase de Español –habló con una voz tan falsa, que podía sentir las ganas de pegarle en la cara.

-Es que me senté hasta atrás –se excusó él.

Cuando Jasmine vio que le estaba resultando mal su plan se fue sin decir palabra alguna y a mí, solamente me dedico una fría mirada.

-Me está hostigando todo el tiempo –exclamó él tan solo ella se fue.

Me sorprendió lo que dijo, creía que yo era la hostigadora.

-Creo que le gustas –habló Natalia y volvió a tomarse su jugo de cartón.

-¡Ja! –exclamó –. Creer se queda corto, Nata.

Luisa se rió a carcajadas y yo solamente me dediqué a pensar. ¿Entonces él ya estaba al tanto de ese hecho? Bueno, al menos sabía que Sebastián no era un tonto.

-Bueno –dijo mirando su reloj imaginario en su muñeca y parándose de su sitio–, ya me voy. Nos vemos luego –se dirigió a Natalia y a Luisa –; y a ti, te veo en Historia.

Se agachó hacia mi mejilla y la besó delicadamente. Me frustré porque lo único que pude hacer fue sonreírle. Él se fue caminando y yo me quedé con una gran mueca en el rostro.

-¡Oh por Dios! –exclamaron Luisa y Natalia al uniso.

-¿Qué? –pregunté.

Ambas me lanzaron una mirada, como si estuviera dejando pasar lo obvio.

-¿Qué? –volví a preguntar.

-¡Te gusta! –exclamó Natalia.

-¡Y tú a él! –completó Luisa.

-¿Qué? –Exclamé como tonta –Claro que no, a él no le gustan las chicas como yo.

-¿Entonces eso significa que a ti sí te gusta? –preguntó Natalia emocionada.

-No –mentí tratando de poder disimular mi rostro –, me parece agradable. Solamente.

“Me parece agradable. Solamente”. Eso era a lo que yo llamaba: una verdad disfrazada. Me sonreí a mi misma, internamente.



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Helloooouu!

Como andan? Yo ? Pfff ya ni se /: Esta semana tuve tantas cosas qué pensar y para colmo tuve como sopotosientos examenes. Lo que más me preocupa es que esta semana va a ser peor y la de el día de San Valentin va a ser mucho peor [saquen sus conclusiones]

No me preocuparía pasar este 14 de febrero soltera, hasta donde sé llevo casi toda mi vida estando sola [excepto ese novio que tuve en 5to primaria ^^ ] y ahora que ya me conforme a estar así, viene alguien y lo cambia! Es algo frustrante porque es incomodo cuando una persona te demuestra amor y lastimosamente no puedes corresponderle y luego se caga la amistad /:

-Pero solo Dios sabe qué pasará.

Bueno, les dejo el capitulo. Espero que lo disfruten, ahora publicare todos los fines de semana (: y si puedo más seguido !!

Ya tengo 60 seguidores muchisimas gracias !!!

Por lo consiguiente, gracias por leer mis capitulos, comentar y seguir aqui fieles conmigo :') se hace lo que se puede!!(:

PD: Nahara, el chamo se llama Drew Roy!! Está bastante guapo, cierto? *w*

Me despido porque tengo que estudiar Biologia /: Deseenme suerte, enserio la necesitare esta semana!!


Maríajose García S.

-Oh, her hair her hair, falls perfectly without her trying

sábado, 22 de enero de 2011

Stuart y Amenazas. Cap. 9

-Estoy en el colegio, papá –dije mientras le daba la espalda a Sebastián para que no oyera nada –, ¿por qué? ¿Necesitabas algo?

-Será rápido –habló –, ¿qué harás este fin de semana?

Su pregunta me distrajo por completo; en realidad, no me hubiera puesto a pensar que a mi padre le importara lo que haga en fin de semana.

-Papa –dije tratando de sonar tierna. A él le encantaba cuando hacía eso –, es martes; todavía no tengo nada planeado. ¿Por qué preguntas?

-No planees nada –exclamó justo después de que yo terminara de hablar –.

-¿Qué tienes en mente? –enarque una ceja para mí misma, sabía que él ya había planeado más de algo. Mi estomago se revolvió; no había visto a Stuart en más de dos meses, solamente había hablado con el por teléfono tal como cuándo me llamo el día anterior. Justo a ésta misma hora.

- Pues –sonaba un poco nervioso ante la reacción que pudiera proporcionar –, no sé si tu madre te ha contado, pero he comprado una casa afuera de la ciudad.

-No –dije extrañada –, ella no me ha contado nada.

-Bueno –dijo –, no esperaba que te dijera algo todavía, puesto que la llamé ayer en la tarde para decírselo.

¿Habría sido por esa llamada inesperada de mi padre la razón principal del llanto de mi madre por la tarde? Sabía lo que se sentía ver a los demás progresar y luego verte a ti mismo y darte cuenta de que sigues en el mismo lugar en donde empezaste, así que supuse que eso le estaba pasando a mi madre: oír que mi padre ya había dado el primer gran paso en su vida luego del divorcio, pues, le ha de haber afectado.

-¿Y qué tengo que ver yo con tu nueva casa? –pregunte tratando de modular mi voz.

A la hora del divorcio, mi madre se encargo de decirme todo tipo de cosas para que yo no tuviera ningún rencor en contra de mi padre, pero sentir la tristeza de mi madre por alguien que, obviamente, ya había seguido su camino no era muy fácil de comprender.

-Quiero que vengas, solo tú –hizo un pequeño énfasis en el “solo tú”. –Quiero que la conozcas primero que nadie.

-¿Éste fin de semana? –pregunté solo para dejar las cosas en claro.

-Sí –afirmó él –claro, si no tienes nada más qué hacer.

La verdad era que me moría de ganas por ver a mi papá lo extrañaba demasiado. Por un segundo, pensé que sería buena idea preguntarle a mi madre antes de acceder, pero luego me dije a mí misma que el sujeto con quien estaba hablando era mi padre así que hablé:

-Me encantaría, papá –un poco de júbilo escapó por mi boca.

-Ésta bien –habló él; por su tono de voz, supe que estaba sonriendo –. Te llamo más tarde para más detalles, porque si sigo hablando entrarás tarde a clases.

¡Mis clases! Giré mi cabeza un poco para ver con el rabillo del ojo en donde Sebastián se había quedado; la verdad era que no me sorprendería ver que se había ido. Pero ahí seguía, apoyado sobre la parte delantera de mi coche, apoyado en una pierna y con una mano detrás de su nuca. Su suéter delgado hacía posible ver sus brazos, aparentemente bien formados. Sin darme cuenta, lo estaba observando fijamente con la boca abierta, hasta que alguien en el teléfono gritó mi nombre.

-Si nos vemos papá –dije distraía tratando de no empezar a hiperventilar –, adiós. Te amo.

Colgué y halé a Sebastián del brazo en señal de que se nos había hecho tarde. Por una parte, fue solo un capricho mío.

-Espera –dijo, literalmente, parando mi tren –. ¿Qué clase te toca?

-Biología –crucé los dedos para que a él también le tocará esa clase, pero al ver como su rostro se des iluminaba supe que no sería así.

-Dime cuál -musité frustrada; él lo notó por supuesto.

-Física –torció su boca en una mueca.

No me preguntó por el lugar en dónde se encontraba el salón así que supuse que ya lo sabía. Él se fue casi que corriendo mientras yo me quedé ahí parada por ninguna razón. Vi como Sebastián se alejaba y empecé a correr a mi casillero.

Ni Luisa ni Natalia estaban en ahí así que imaginé que ya se habían ido, me apresuré a sacar mis cosas de Biología y salí corriendo para el salón.

Al entrar, me topé con alguien accidentalmente.

-¡Ay, perdón! –exclamé.

Levanté la vista para ver a quién había lastimado con mi torpeza y poco a poco vi como una gran espesa melena rubia se alzaba sobre mí. Casi expreso una mueca sin querer al ver el rostro de Jasmine frente a mí, con su actitud fastidiosa y esa expresión en su rostro que quieres quitarla de un golpe.

-¡Ay, hola! –exclamó ella.

Por un momento pensé que me mandaría al infierno por haberla hecho tropezar, pero no fue así.

-Lo siento –se disculpó ella.

-Fue mi culpa –admití. Solamente esas tres palabras salieron de mi boca; no me iba a permitir hablarle solo por una buena acción que ella hizo.

-Tú eres –vi que trato de recordar mi nombre, o al menos se esforzó por hacer.

-Kate –terminé yo.

-Cierto –afirmó ella –. Es apenas mi segundo día, discúlpame si no lo recordaba.

Ya está bueno, ésta muchachita no fue tan amable conmigo ayer. Mi mente disparaba pensamientos sobre Jasmine, pero luego pensé que la había juzgado mal.

-¿Te puedo pedir un favor? –pidió ella con ojos de cachorrito.

¿Qué intenta hacer?, pensé en mi cabeza.

-Claro –dije tratando de disimular mi tono de voz.

-¿Te puedes sentar a la par mía? –preguntó nerviosa.

Abrí los ojos como platos al oír lo que me estaba preguntando. Asentí con la cabeza puesto que estaba totalmente aturdida debido a ésta rara actitud.

Entramos a la clase y le hice señas a Luisa para que supiera que no me sentaría con ellas. Ella hizo un gesto de extrañez debido a mi decisión, pero tenía que llegar al fondo de todo esto.

-¿Necesitabas algo? –dije al sentarme, vi que no había llegado la maestra así que si era posible, entablaría la conversación para dejar a relucir mis dudas.

-Pues si –admitió ella con una sonrisa –. ¿Qué tanto conoces a Sebastián?

Su pregunta me dejó en shock. Así que por ahí iba el camino, ¿eh? Bueno, si era por Sebastián no tendría por qué importarme; él era libre de hacer su vida y no tenía por qué intervenir, y si yo era una herramienta para que Jasmine fuera parte de su vida, pues no lo evitaría.

-¿Por qué preguntas? –era inevitable por mi parte contestar con otra pregunta; fuera lo que fuera mío, primero necesitaba saber sus intenciones. No era algo seguro que me las dijera al primer intento, pero de errores de aprende.

-Te seré sincera –dijo. Y al primer intento lo logré –, realmente me gusta mucho Sebastián.

Enarqué una ceja y pensé seriamente en responderle con un “Igual que a mí”, pero sabía que ella me quemaría viva. Le hice un gesto para que continuara.

-Y realmente quisiera pedirte un favor con respecto a él –sonrió tan tiernamente que casi me resultaba difícil negarle la petición.

-¿Y qué es? –dije mientras me quitaba el cabello de la frente.

-Quiero que te alejes de él –su tierna sonrisa de pronto se tornó en una amarga mueca. Sus palabras fueron frías y duras como el hielo. Me costó un poco de tiempo pensar lo que me había pedido, todavía consideré la posibilidad de que fuera una broma, pero su rostro no lo denotaba.

-¿Qué? –las únicas patéticas palabras que brotaron de mi boca.

-¿Estas sorda o qué? –preguntó realmente pesada. Está bien, ahora ya estaba claro de que no era ninguna broma –. Aléjate de él.

No lo estaba pidiendo, lo estaba ordenando. Su actitud me empezaba a fastidiar.

-¿Y por qué tendría que hacerlo? –pregunté tratando de irritarla más.

Torció los ojos con actitud prepotente, dudo antes de hablar, pero aún así lo hizo:

-Porque él mismo me lo dijo –soltó, no sonaba segura de sus palabras, pero aún así dolieron como navajas.

-Entonces que él mismo me lo diga –subí un poco el tono de mi voz debido a la histeria.

Movió su espesa cabellera y me miró fijamente a los ojos.

-Mira, la verdad no me importa si lo crees o no –habló con prepotencia –, pero quiero que te alejes de él. Eres como algo tóxico que se expande por todo su cuerpo, no creas que no me haya dado cuenta.

¿En realidad era algo tóxico para Sebastián?

-Y también veo que lo hostigas todo el tiempo –continuó ella, disfrutando ver la expresión en mi rostro. Y era la verdad: me había vencido con sus palabras –, déjalo en paz. Te aseguro, querida, que le harías un favor a todos.

Enarqué una ceja. ¿Por qué diablos me estaba afectando las palabras de una pobre patética sin vida? Inhalé profundamente antes de responder:

-Créeme “querida” –hice énfasis en las comillas –, lo haré si él mismo me lo pide.

Ella estaba a punto de debatir mi respuesta, pero entró la maestra de Biología y fue como si Dios la hubiera mandado y hubiera evitado una gran vergüenza.

Me mantuve todo el maldito periodo debatiendo mi sub consiente sobre qué tan reales eran las palabras de Jasmine, si era cierto que estaba hostigando a Sebastián o si en realidad no quería nada conmigo. Encontré todas las razones para que eso fuera verdad y todas las razones para que eso fuera mentira e hipotéticamente, mis cálculos me decían que podría ser verdad.

Me estrujé los sesos para entender lo que hablábamos, pero no pude. Sentía la viva esencia de Jasmine regocijándose por dentro, matándose a carcajadas. Tal y como lo hacía en mi pesadilla.

Toco la campana y salí disparada para el salón del periodo libre. No me quería encontrar a nadie, tenía muchas cosas que pensar aparte del tremendísimo dolor de cabeza que se me había formado por culpa de Jasmine.

¿Ahora qué haría? No podría ver a la cara a Sebastián sin evitar preguntarle, o sin evitar deshacerme en ellos lo cual ya estaba bastante mal. Tenía que ser fuerte y evitar ver a Sebastián, evitar hablarle; en pocas palabras, me tendría que alejar de él.

Entré al salón y lo vi, sentado, esperando. Vi que tenía un asiento apartado, supuse que para mí y en ese momento se me estrujo tanto el corazón que me quería poner a llorar. ¿Cómo era que él me quería lejos? Respiré hondo y preparé una que otra palabra para… ¿alejarme de él?



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Bueno, ese fue el cap. Me prometi publicar el viernes, pero me agarro por Skypear con una amiga asi que no pude.

Note esta semana que eramos 60 seguidores y hoy de la nada somos 59 D: PELA ! XD

Bueno, mi semana estuvo TAN atareada, cansada, somnolienta y sobretodo cansada.. pero ya ven, sigo aqui escribiendo para ustedes y porqe amo lo que hago :)

Les dejare mi Twitter, ahi estare informando de cuando subire el cap nuevo y como va :)

@Majoo_Garciaa

Deseenme suerte esta semana, ya no se que hacer con un amigo que.. bueno, mejor ni les cuento ._.

Nos leemos luego chicas ;) Gracias por el apoyo, gracias a todas las que me siguen leyendo y gracais a las que comentan mis entradas. Se les agradece a todas su apoyo incondicional apesar de la falta que tiempo. :') me haran llorar :3 HAHA no se crean :))

-Saludos..

- Mariajose Garcia S.

viernes, 14 de enero de 2011

Sorpresa. Cap. 8


Era cierto. Solamente era una pesadilla…

-¡Kate, Kate! –empezó a gritar mi madre.

-Te escucho –susurré para que se callara. Realmente, tenía un fuerte dolor de cabeza.

-¿Qué tenías? –preguntó ella consternada.

Claro, no podía decirle que tuve una pesadilla que involucraba mi mayor miedo con respecto al divorcio de ella y mi padre. Tampoco podía decirle que el chico que me gustaba, luego de darme uno de los mejores besos de la historia, me había traicionado para irse con Jasmine. Simplemente no podía hacerlo.

-Tuve una pesadilla –dije. Han oído la frase que dice “omisión es traición”, pues en ese momento la ignoré y me permití saltarme unos cuantos detalles.

-Cielo –repuso ella con dulzura –, estabas gritando –. Limpió mi frente del sudor con un trapo que usaba para cocinar y luego me beso en ésta –. Vístete, que llegarás tarde al colegio.

Antes de salir de mi habitación dijo:

-Casi alterabas a tu tía Lucy y a Julia –cerró la puerta detrás de ella.

¡Julia! Grité en mi mente. Julia era mi prima, con ella compartía todo y ya hacía ratos que no la miraba o hablaba con ella. Salté de mi cama, un poco mareada, y me dirigí a toda velocidad a las escaleras donde oí las palabras de mi madre que provenían de la cocina que decía:

-Ella está bien –sonó un poco preocupada –, solo era una pesadilla.

-Tranquila –habló tía Lucy.

-Tengo miedo, Lucy –confesó mi mamá –. ¿Así sonaba yo ayer en la tarde?

Después de eso, me confirmaron que ella sí había llorado en la tarde justo antes de que yo llegara. ¿Hasta cuándo iba a seguir ésta actitud infantil? Baje con menos ánimo hacía la cocina hasta que vi a Julia tomando una taza de café. En ese momento la soltó y se dirigió hacia mí. Salte hacía sus brazos y la abracé tan duro como nunca abrazaría a nadie.

-Te hiciste más fuerte –bromeó Julia.

-Claro –repuse mientras me retiraba de ella y examinaba su rostro.

Se miraba más llena de júbilo que antes, aparentemente le había caído muy bien irse de viaje todo el año pasado. En ese momento mi teléfono timbró y estaba en la mesa de la cocina, me pregunté cómo llegó ahí, pero las respuestas las podría obtener luego de tener una menuda charla con mi prima.

Mi madre me leyó la mente y ella se molestó en contestar.

-¿Diga? –contestó ella.

Las demás nos quedamos en silencio por cortesía. Supuse que era Luisa llamando, que ella ya estaba en el colegio y que quería saber qué paso con Sebastián el día anterior.

-No –dijo mi madre muy seria como para que Luisa estuviera llamando –, soy su madre.

Fruncí el ceño. Luego mi madre me paso el teléfono diciendo calladito, pero no lo suficiente para que Julia lo oyera:

-Preguntan por ti –levantó su ceja derecha –. Se llama Sebastián.

La sangre huyó de mi rostro una vez más. Torcí los ojos al ver que Julia sonreía pícaramente. Extendí mi mano y hablé:

-¿Aló? –dije dudosamente.

-Hola –dijo Sebastián al otro lado de la línea.

-Hola Sebastián –dije mientras subía las escaleras a mi habitación. De pronto, mi madre me chitó y me hizo señas para que no subiera. Aparentemente quería saber qué decía yo.

-¿Cómo estás? –preguntó la dulce voz de Sebastián, pero me dolió un poco porque me recordó exactamente como era en el sueño – ¿Cómo amaneciste?

Já. Sí él en realidad supiera…

-Bien –mentí mientras me sentaba en el sofá del vestíbulo –. Oye ¿cómo conseguiste mi número?

-Tengo mis contactos –quiso parecer sofisticado, pero no le duró por mucho.

-¿Luisa? –arqueé una ceja.

Se rió antes de contestar.

-Sí –dijo aún entre risas –. Oye, te llamaba porque quería que me hicieras un favor –sonaba apenado.

-¿Qué paso? –pregunté con naturalidad.

-Pues –oí su respiración: profunda, pero acelerada –, me preguntaba si me podías llevar a la escuela hoy.

Mi yo interior se debatió por decir no. Realmente, lo que menos necesitaba ahora era la presencia y el aroma de Sebastián cerca de mí. No quería despertar deseos en mí y mucho menos derretirme en sus ojos o, en algún disparate, ver como boba sus labios ya que me recordarían a mi sueño.

Por otro lado, era realmente inhumano dejar de ofrecerle transporte por un capricho mío. Así que, como siempre, mi lado bueno actuó por sí solo.

-Claro claro –dije mientras escupía las palabras con fuerza –. No hay problema.

-Solamente sería por hoy –dijo –, es que mañana me entregan mi auto.

No sabía qué pensar, tal vez era algo relacionado con el karma de haber siquiera pensado en decirle que no, pero no me pondría a debatir eso.

-No hay problema –repetí –. ¿Te veo al rato? Tengo que vestirme, sigo en pijama.

El rió del otro lado del teléfono y acepto. Colgué y apreté mi teléfono fuertemente en mi puño furiosa conmigo misma. Mi tía Lucy, Julia y mi madre llegaron a verme, supuse que habían escuchado todo y no hacía falta decirles que ya había colgado.

-¿Quién era? –preguntó Julia.

-¿Qué no oíste, Julia? –se mofó tía Lucy –Era Sebastián.

Fulminé a mi tía con los ojos, para luego dirigirme a las escaleras sin decir palabra alguna.

-¿Qué quería ese muchacho, Kate? –Preguntó mi madre con ese tono de voz con el cuál no puedes ignorarla – ¿Lo conozco?

Me detuve a mitad de las escaleras y me di la vuelta.

-En realidad no –dije mirando a mi madre, aunque el otro par también estaban oyendo –. Es nuevo en la escuela y vive al fondo.

-Espera un momento –interrumpió tía Lucy –, ¿no era el él muchacho con quien estabas ayer dentro de tu auto?

Creo que ella no formulo bien la pregunta. Cualquier desconocido podría haber pensado barbaridades con tan solo oír eso.

-¿Qué? –exclamó mi madre con cara atónita.

-Solo le hice un favor –aclaré ya algo molesta de tener que estar explicando –, le entregan su auto mañana y me preguntó si lo podía ir a dejar a su casa, no me iba a negar.

-Tienes razón –accedió mi madre –y supongo que te pidió lo mismo para hoy.

-Supones bien –dije fríamente.

-Está bien –dijo orgullosamente como si no le hubieran dolido mis palabras –. Antes que te vayas quiero conocerlo. Mi última palabra.

¡¿Qué!? Mi cara no podía estar más confundida. Sabía exactamente lo que iba a pasar, lo sabía. En más de alguna acción mi madre lo iba a espantar y ya nunca me volvería a hablar. Subí rápido hacía mi habitación a ponerme lo primero que vi, así podía pensar en una excusa para que mi madre no espantar a Sebastián. No quería desayunar, pero sentía un gran hueco en mi estomago así que solo me tomé un vaso de leche y mientras lo hacía, tocaron el timbre.

Me tragué la leche que tenía en la boca y fui corriendo hacia la puerta, pero mi madre ya estaba ahí. Abrió la puerta lentamente, sabía que lo hacía por hacerme sufrir, así que solo la fulminé con la mirada.

-¡Buenos días! –exclamó Sebastián al aparecer en el umbral de mi puerta. Está bien, esos si eran buenos días.

-¿Y quién es este joven? –preguntó mi madre mientras me paraba a su lado con la mochila en la mano para salir rápido.

-Mamá, él es Sebastián –dije fastidiada –; Sebastián, ella es mi madre.

Sebastián, supuse que por cortesía, esbozó una sonrisa amable y le estrechó la mano en gesto amigable.

-¿Eres nuevo por el vecindario? –preguntó mi madre obstinada a entablar una conversación.

-Sí –contestó él –vivo hasta el fondo de la cuadra.

-¿Así que ustedes compraron esa casa? –ya se le habían resuelto una pregunta sin respuestas de tantas que tenía.

Sebastián asintió levemente y aproveché para irme.

-Me voy –grité hacía la cocina y le di un beso en la mejilla a mi madre. Ella nos despidió con la mano, pero sabía que se quedaría viendo por la ventana.

-Tu mamá es muy agradable –dijo Sebastián metiéndose las manos en los bolsillos de su suéter.

-Eso dicen los que no viven con ella –dije en plan de broma y entré al carro mientras Sebastián hacía lo mismo.

El camino fue tranquilo, hablamos de nuestra familia, de los momentos incómodos y soltamos uno que otro chiste. Era uno de los mejores momentos que compartía con Sebastián y no deseaba pasarlo con nadie más. Me estacioné y salimos del carro al mismo tiempo, para luego encontrarnos en frente de mi auto.

-Espera –dijo mientras su rostro se tornaba serio.

Me asusté. ¿Qué había pasado? ¿Por qué se había puesto serio? De pronto, vi como sus ojos se fijaban en mis labios y mi corazón corrió mucho más rápido de lo debido. Su dedo pulgar se posó en mi labio inferior, pasando por todo su curso. Una serie de escalofríos me recorrieron la espalda bruscamente y por un momento sentí que vomitaría, pero luego me tranquilicé.

Me mostró su pulgar y vi un residuo blanco mientras enarcaba una ceja.

-Tenías un poco de leche –explicó.

Me reí de mi misma y el rió juntamente conmigo. Me sentía tan viva al oír su risa mezclada con la mía. Luego sonrió tiernamente, justo como lo había hecho en mi sueño y me corazón se volcó de nuevo.

Y su rostro se fue acercando al mío. Realmente a este punto, no quería saber si era un sueño o una realidad o qué pasaría, así que solamente cerré mis ojos mientras sentía como su cuerpo se inclinaba hacia mí.

De pronto, sentí una vibración en mi bolsillo trasero. Era mi celular. ¿Cómo había llegado ahí? Sebastián se retiró de pronto y yo solamente miré mis pies, puesto que me sería difícil verlo a los ojos luego de semejante vergüenza.

Stuart llamando.

Susurraba mi teléfono. Me extraño ver que mi padre me llamaba, pero aún así conteste.

-¿Aló? –hablé.

-¿Kate? –preguntó mi padre del otro lado del teléfono.

Quién más va a ser papá, dije para mí misma.

-¡Papá! –exclamé fingiendo un poco de sorpresa.

-¿En dónde estás, Kate? –preguntó algo curioso –. Oigo mucho ruido.

-Estoy en el colegio, papá –dije mientras le daba la espalda a Sebastián para que no oyera nada –, ¿por qué? ¿Necesitabas algo?

-Será rápido –habló –, ¿qué harás este fin de semana?



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Bueeh.. chicas, enserio no saben CUANTO siento no haber publicado antes /:

El colegio me está matando día a día! He considerado estudiar por madurez ya cuando tenga 18 XD Jeee. Pero de lo contrario todo me va bastante bien, empece el año con el pie derecho, con alguna que otra cosa rara, pero lo pase excelente. Ahora lo que me pesa es levantarme temprano !

BRACKETS.

Nta no se crean XD todavía no los tengo, pero ya me están haciendo todos los tratamientos así que el 2011 lo termino con alambres /:

Saludos a todas y escribo esto cortito porque mañana tengo que ir a la dentista temprano $:

-Saludos a todas & perdon por el cap tan corto, pero quería publicar rápido & bueh.. la historia ya está sacando su.. punto original? Je. no se, ustedes que piensan??


Las quiero!!


I like to make myself believe.. the planet earth turns slowly... ;3

Majoo!

martes, 4 de enero de 2011

Pesadilla. Cap. 7

Lo único que sabía por parte mía era que iba a estar con ella durante todo eso.

Después de brotar algunas lágrimas más, caí en un profundo sueño. Sentí que al menos la paz reinaría en mi cabeza unas cuantas horas, pero no fue así.

En poco tiempo estaba yo sentada en mi cama, pensando y meditando mientras me acercaba a ver la tenue luz de la luna reflejarse en mi ventana. Quería quedarme en esa quietud inimaginable y dejar que mi cerebro trabajara por si solo sin estar atormentándolo o presionándolo, pero la quietud duró muy poco. Justo en el umbral de la puerta se posó alguien, lo supe porque en el resto de la casa reinaba el silencio así que sus pasos lo delataron. Supuse que era mi madre, pero ella no acostumbraba a arrastrar los pies; me di la vuelta, puesto que mi ventana se situaba al lado opuesto de mi puerta, y le tendí mi mano para que la pudiera agarra y así sentir sus suaves manos.

Lo que me desconcertó fue ver unas manos grandes y rígidas en vez de las de mi madre; retiré mi mano de un tirón y poco a poco la silueta de la puerta se acercaba mientras me iba adentrado en mi cama en un vano intento de alejarme de quién quiera que fuera. La tenue luz de la luna que entraba por mi ventana iluminó su rostro y quedé sin aliento, Sebastián caminaba lentamente hacia mí aún con la mano extendida. No sabía qué diablos hacía ahí, en mi cuarto, en medio de la noche pero de pronto, la respuesta resonó en mi cabeza: estaba dormida.

Bueno, si estaba dormida no había daño alguno que pudiera hacerme, ¿cierto? Como no encontré respuesta rápida a mi pregunta, decidí que no pasaría nada. Me acerqué a él y tomé su mano que todavía esperaba por la mía. Tomó mi mano fuertemente y me invitó a pararme justo enfrente de él.

Su sonrisa me estaba matando por completo, trataba de imitarla, de parecer igual de segura, pero todo fue en vano; era obvio que nunca nadie en este planeta lograría igualar su actitud. Me paré delante de él, guardando una distancia apropiada, aún sosteniendo mi mano entre la suya. De pronto, decidió cortar nuestra distancia halando mi mano para luego soltar la suya y ponerla sobre mi cintura acercándome aún más a su cuerpo. Luché por mantener mis manos controladas y fuera de todo el asunto, las tenía levantadas para no provocar nada, pero para mi mala suerte, Sebastián decidió colocar su otra mano en mi cintura. Sentía como un frio sudor me recorría el cuello y una corriente emanaba en mi garganta. Baje la vista porque presentía que sus ojos me penetrarían tarde o temprano.

No se movió; no hizo nada. Nos quedamos quietos: él, con sus manos aun sosteniendo mi cintura y con sus ojos penetrando mi coronilla, no se movió y respiró tranquilamente, mientras yo sentía que iba a explotar: con sus manos centradas en mi cuerpo sentía que no tenía marcha atrás, noté que todavía tenía mis manos en el aire porque no quería tocar nada de él, absolutamente nada.

Pero de pronto, una vocecilla me hizo entrar en razón. No había forma de que Sebastián estuviera aquí conmigo en realidad, sino que tal vez estaba soñando. Recordaba haberme puesto a llorar en mi cama, pero no recordaba haber despertado. Luego, medité debido a que no me iba afectar hacer algo en mis sueños. Decidida, subí mi mirada y ahí estaban sus ojos, tal y como lo predije, para luego bajar mis manos de golpe dándome a entender que quería que pasara algo. Me repetía en mi cabeza que solamente era un sueño y que no me iba a lastimar; aparte, en algún lugar de mi sub consiente moría por probar sus labios de nuevo. Él sonrió lentamente porque supuse que sabía lo que estaba pasando por mi mente y fue acercando su rostro un poco más al mío.

-Yo también quiero –susurró tan cerca de mi rostro que mis labios pudieron tocar los suyos.

En ese momento me olvidé de todo puesto que él ya había colocado sus dulces labios en los míos. Había esperado por este momento, pero no sabía si iba a contar como un beso en realidad debido a que mi sádica mente me estaba trucando ya que solamente sería capaz de besarlo en mis sueños.

El pensamiento paso como un rayo en mi mente y me decidí aún más. Enrede mis dedos en su cabello atrayendo su rostro más a mí para olvidarme de todo. Por mis vanas preocupaciones no estaba disfrutando en realidad de éste mortífero sueño. Sus labios en los míos encajaban perfectamente, era como si hubiéramos sido el uno para el otro desde el momento en que nacimos; era como si Dios, en una rara manera de verlo, habría predispuesto encontrarnos en algún momento de nuestra vida. Me estaba intoxicando con su aliento, pero ya no me importaba porque me sentía tan bien en ese momento. Noté como él me apegaba más a su cuerpo y como a mí no me importaba que lo hiciera, realmente podría quedarme soñando todo lo que fuera necesario.

Despegó sus labios para decir algo, pero no se lo permití. Al ver que él no hacía nada para alejarse de mí, me pareció algo bueno así que seguí enredando mis dedos en su cabello mientras me apegaba más a él con sus manos en mi cintura.

Cuando realmente ya no daba para más, separé mis labios de los suyos y trate de mantener mi respiración a un ritmo que no denotara que en realidad ese beso había afectado mi sistema respiratorio. Sebastián me miro fijamente a los ojos y por primera vez pude sostenerle la mirada, sin temores de que me atrapara en ella, sin miedos a poder perderme en sus tibios ojos, si preocupación de que me enamorara intensamente de él; ya no tenía preocupaciones. Le sonreí torpemente porque no veía que otra cosa hacer.

Apoye mi cabeza en su pecho y suspiré porque pensé que no podía ser más feliz. Pero la verdad era de qué había hablado muy pronto. De pronto, todo se desvaneció. Una violenta ráfaga de viento azotó en la ventana, haciendo que todo el cuarto se enfriara con el aire. El cuerpo de Sebastián se difuminó con como polvo y yo caí al suelo de cara. El frio aire seguía entrando por mi ventana mientras yo yacía acostada en el suelo frio.

Todo paso rápido y sin aviso alguno. Medité lo que había pasado, medité si quedarme ahí acostada o pararme y hacer algo, pero algo me dijo que así sería mi vida con Sebastián. Así sería si me olvidaba de los riesgos y cosas por el estilo: que tarde o temprano, él desaparecería y con mi voluntad también.

De pronto, escuche lo que estaba pensando y me pareció no ser yo, puesto que nunca me pondría así. Me paré rápido, un poco mareada pero estable, pensando que todo ese cambio de mentalidad se debía al sueño o algo así. Unos pasos lentos y pesdados me alertaron de que no estaba sola.

Mi corazón empezó a latir desbocadamente y no encontraba la manera de controlarme. Empecé a caminar lentamente para las escaleras, lentamente porque la casa estaba totalmente oscura y solamente avanzaba ya que conocía esa casa como la palma de mi mano. Llegué a las escaleras y noté que quién caminaba estaba cerca de llegar arriba. Rápido, saqué mi teléfono y presioné cualquier tecla para que la luz se prendiera.

-¡Kate! –gimió una voz de mujer.

El pálido rostro de mi madre quedó alumbrado por la luz de mi teléfono. Era cierto, su rostro estaba demacrado; lucía más pálida que nunca y tenía unas medias lunas moradas debajo de sus pequeños ojos. Me pareció ver a una completa extraña y me retiré aún más de ella.

-¿Mamá? –pregunté desconcertada.

-Kate, quita esa molesta luz de mi cara –refunfuño ella –, ¿quieres?

Quité mi teléfono rápido y lo dirigí hacia enfrente, cerca de mi cuarto. La iluminación era pobre, pero aún podía ver la falta de ánima en su rostro.

-¿Qué paso? –pregunté. Mi madre no se había puesto así desde que mi abuelito murió.

-¿A qué te refieres? –repuso ella frunciendo el ceño en forma cortante, así ella terminaba una conversación.

En ese momento entramos en su habitación y prendí la lámpara que yacía en su mesa de noche. Ella se metió en su cama y yo me senté justo a la orilla de ella. Ahí vi que sus ojos estaban rojos e hinchados; había estado llorando y no me quedaba duda de ello.

-¿Mamá? –hablé suavemente.

-¿Qué paso? –preguntó ella mientras tomaba el peine que estaba al lado de la lámpara y empezó a peinarse el lado derecho de su cabello.

-¿Estabas llorando? –pregunté sin miedos. Había aprendido con el tiempo a no tenerle miedo a las reacciones de mi madre.

Su cara se torno seria, pero no dejo de cepillarse el cabello. Eso, para mí, era un “sí”.

-¿Por qué llorabas? –supuse que mi cara denotaba mi confusión.

De pronto, ella dejo de cepillarse y me vio con ojos fríos.

-Eso no te importa –soltó y siguió cepillando su cabello que ya estaba más que lacio.

-Claro que me importa, mamá –dije y me acerqué más a ella para apoyar mi mano en su rostro, pero cuando lo hizo ella me la quitó de inmediato.

-¡No me toques! –grito.

Tenía los ojos como platos, no podía creer lo que estaba pasando; mi madre no era así.

-Mamá, ¿qué tienes? –exclamé mientras fruncía mi ceño.

-¿Y por qué crees que tengo algo? –respondió bruscamente.

Iba a hablar, pero ella lo hizo primero.

-¿Por qué todo mundo cree que tengo algo? –grito histérica; me alejé de ella como acto reflejo, inconscientemente –. ¿Crees que estoy deprimida? ¿Eso crees?

Yo negué rápido con la cabeza.

-¡Claro que lo crees! –Chilló – Realmente me sorprendes, Kate; creí que te importaba.

-Mamá, claro que me importas –dije aún con confusión en mi rostro.

-¡No! –grito ella haciendo que diera un pequeño salto en mi lugar –. Eso ni tú te lo crees.

Ya no sabía qué pensar, ¿qué estaba pasando con mi madre? Luego, como un rayo, recordé que estaba dormida; ella en realidad no se estaba portando así. Traté de explicárselo, pero no salió muy bien.

-Mamá –dije mientras me acercaba más a ella para que pudiera ver mis ojos; siempre decía que con ver mis ojos ella sabía si yo decía la verdad –. Yo estoy dormida, todo esto es un sueño.

Su cara se llenó de rabia.

-¡Ahora estás diciendo que estoy loca! –exclamó hilarante.

Salté de la cama y tomé el rostro de ella en mis manos mientras ella ejercía fuerza.

-Mira mis ojos –le grité debido a que ella empezó a gritar incoherencias –, siempre me dices que con ver mis ojos sabes la verdad. ¡Míralos!

Por un momento, sostuvo mi mirada. Pero duró muy poco. Quitó mis manos de su rostro bruscamente y las sostuvo entre las suyas, como si me tuviera prisionera. Luego, con su mano derecha mi mejilla derecha tan fuerte que me hizo caer al piso.

Sabía que todo eso era un sueño, pero la cachetada dolió tanto como si en la realidad ella sí me hubiera pegado. También me dolió que ella hubiera hecho eso, puesto que nunca lo había hecho antes. Apoyé mi mano en mi mejilla mientras la miraba con ojos como platos.

-¡¿Y yo por qué diablos tendría que ver tus malditos ojos?! –gritó tan fuerte que creí que la habían oído hasta los vecinos; luego, habló más calmada -. Se parecen a los de tu padre.

¿Así que eso era? ¿Amaba ver mis ojos porque le recordaban a los de mi padre?

-¿Qué? –pregunté aún aturdida.

-¡Lo que oíste! –Volvió a gritar –Eres el vivo retrato de tu padre.

Unas cuántas personas en el pasado me habían dicho que me parecía a mi padre, pero mi madre nunca lo admitía, al menos no en mi cara. Tal vez era una alucinación del sueño, puesto que era imposible que mi madre me revelara algo así en un sueño.

-Tienen la misma cara de confusión –dijo más para ella misma, luego fijo sus ojos en mí.

-Vete –dijo quedamente, pero denotó un poco de vergüenza.

-¿Qué? –musité.

-¡Que te vayas! –Exclamó ella con ojos inyectados en sangre – ¡Quiero que te vayas! Justo como lo hizo él.

-Mamá –grité debido a lo que estaba oyendo -, papá no se fue; él no nos dejó.

-¡Sí lo hizo y lo sabes muy bien! –gritó desafiándome –. Nos dejó a las dos, él sabía que todo esto era mucha responsabilidad –ahora hablaba más para ella –, estábamos casados y felices y luego llegaste tú.

-¡¿Qué¡? –grité desesperada.

-Él sí quería un hijo, pero no una niña –la rabia brotaba de cada palabra que salía de su boca –, por eso se fue. ¡Se largo de aquí por tu culpa!

Me tapé los oídos, aún en el suelo, en un vano intento de no oír las palabras hirientes de mi madre. Pero no pude más y tuve que salir huyendo de ahí. Por sacar la carrera, olvide mi teléfono, así que no tuve luz para ver en donde exactamente empezaban las escaleras.

Tropecé en el primer escalón y fui rodando por el resto hasta caer al vestíbulo. Me quedé llorando acostada en la fría alfombra, mientras hacía de mi cuerpo un ovillo y ocultaba mi cara entre mi pelo para que las espesas lágrimas se disolvieran con facilidad.

Sentí como alguien caminaba por donde mi cabeza estaba situada así que me levante de golpe, aún no viendo nada. Me sequé las lágrimas tratando de sacar aunque fuera lo poco de valor que me quedaba. De golpe, las luces del vestíbulo se encendieron. Mis ojos quedaron cegados por la luz y supuse que eso le iba a dar ventaja al desconocido.

Cuando mis ojos se adaptaron, pude ver a Sebastián al lado de un sillón de la sala. Recostado sobre una pierna, me quitó el aliento.

-¿Sebas…? –pregunté, pero noté que alguien caminaba de la cocina hacia él. Era Jasmine, quien caminaba con gracia y lentamente hacía Sebastián, para luego tomar su mano firmemente.

-¿Y creíste que en realidad quería algo contigo? –se burló Sebastián sarcásticamente mientras Jasmine soltaba una risotada de burla.

-Tú… -apenas y pude hablar.

-Sí, yo –dijo Sebastián con impaciencia –. Yo sé que te cuesta, pero has un intento.

Ser grosero no iba con él, con su personalidad ni con su rostro. Me dolieron sus palabras, pero no era de esas que se deprimían por un chico.

-Tú me mentiste –dije sin pausas ni nada. Ahora estaba enfadada con él.

-¿Qué hombre no lo hace? –habló Jasmine con voz chillona y estridente.

-Sinceramente –dije más furiosa de lo que estaba –, ya no me importa si se van al infierno los dos.

Eran palabras duras para alguien como yo, alguien que suele esconder sus sentimientos antes de revelarlos, alguien que tiene miedo por su madre, por el chico que probablemente le gusta pero sabe que existe la pequeña posibilidad de que no pase nada.

Me di la media vuelta y caminé rápido hacia las escaleras, en ese punto prefería a mi madre histérica que a ese par. Un pensamiento curioso porque en ese momento mi mama venía bajando las escaleras con los ojos saltones y gritando mi nombre.

La verdad fue que me asusté y lo único que pude hacer fue salir corriendo al estudio. Cerré las puertas, pero lastimosamente olvidé que el estudio tenía otra entrada por la cocina y Sebastián ya había entrado con su rostro angelical, pero su mirada diabólica. Salí corriendo del estudio y las puertas mismas derribaron a Jasmine, pero no había visto a mi madre.

Corrí sin aire hasta mi habitación y cerré la puerta. Una acción tonta porque de ahí ya no tenía salida.

-Kate –habló mi madre por detrás de mí.

Ni me molesté en voltear a ver hacía atrás y salí directo para las escaleras donde Sebastián y Jasmine me estaban esperando. Paré y me di la vuelta desesperada buscando una salida en el piso superior y la encontré: el baño. Lo que muchos no sabían era que el baño tenía unas pequeñas escaleras que terminaban en la cocina y la cocina tenía una salida para el patio trasero; ya lo tenía arreglado.

Corrí rápido escaleras arriba, pero mi madre ya me estaba tapando el camino. ¿Qué les estaba pasando? ¿Por qué todos estaban en mi contra? ¿Y qué querían exactamente de mí? Todos estaban más y más cerca de mí y empecé a llorar. No sabía qué pasaba.

Pero esto era un sueño, ¿no? Entonces por qué diablos seguía aquí. No, esto era más bien una pesadilla.

Me acorralaron en un barandal de las escaleras mientras yo me iba tirando al suelo y gritaba. Pusieron sus manos sobre mí y sentía como me arrastraban escaleras abajo, por las puntas del azulejo que se incrustaba en mi espalda. Las lágrimas seguían cayendo locamente mientras Sebastián me arrastraba de la camiseta hacía la cocina.

-¡No no no! –gritaba como cualquier actriz gritaría en una película de miedo; esto no era real, pero no había modo de despertarme.

Otra mano trato de sacar mi rostro de entre mi pecho y yo me rehusé, pero esa mano no desistió.

-¡Kate! –gritó mi madre.

-¡No! –grité yo.

-¡Kate! –grito otra vez.

Abrí los ojos de golpe. Tenía la respiración entrecortada y estaba sudando. El rostro de mi madre se encontraba justo enfrente del mío contemplando mi rostro confuso. Ella hablaba y trataba de hacerme entrar en razón, pero lo único que miraba era como su boca se movía y no escuchaba nada.

Era cierto. Solamente era una pesadilla…



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Rapidin..

bueh, aqui esta el capitulo mas interminable.. aun mas interminable que la lista de regalos que no recibi este anio.. pero eso es inclusive!

Solo les comento que lamentablemente este jueves empiezo el colegio /: asi como lo oyen! Tratare de escribir rapido el capitulo 8 y les doy mas detalles :)

Tengo una pereza y no quiero entrarr!! D:

Saludos y espero les guste el cap :D No les di mi testamento usual, porque mi madre ya me esta corriendo de la maquina :D

Chaoo.


Maajoo! <3>

sábado, 1 de enero de 2011

El primer post del 2011 ;D




Bueh.. antes de que me ahorquen o algo por el estilo.. les juro que tengo una explicasion valida para mi desaparicion $:Lo que pasa es que.. estaba trabajando en el capitulo 7, pero luego mis papas salieron de vacasiones, entonces les molestaba que pasara todo el tiempo en
la compu y nada con ellos, y me sacaban y agggh bueno.

Por otra parte, tuvimos que hacer el pavo.. wow enserio está dellicioso. Su nombre es Benito(: He. Sí, es tradición en mi familia ponerle nombre al Pavo, es raro pero siempre nos divertimos.. el año pasado se llamo Maximiliano.. Pero bueno.. este es Benitoo.



Sabe tan bien como se ve ;)

Bueno, paso rapidito para desearles un excelente año nueevo. Espero que todos y cada unos de sus deseos se vuelva realidad. He tenido muchas cosas por las cuales tengo que estar agradecia este año, pero una de las mejores fue mi blog :') y ustedes, quienes me apoyaron y justo ahora mueren por saber que pasará. Aunque hay momentos de duda & debilidad, creo que este blog esta en mi Top 5. Gracias por seguir conmigo y por leer mi historia, algunas saben que escribir no es facil & agradesco la comprension.

Qué más les puedo decir? No sé!!

Buehh.. Gracias a todas las que estan leyendo el blog, se los agradesco infinitamente, hoy y siempre.

A todas ustedes, feliz año. Sean felices, vivan, canten, lloren, salten, griten, amen.. todo. Espero que esten rodeadas de buenos momentos & que los malos las hagan fuertes & valientes.
Gracias por estar a mi lado en una parte del 2010 :)

Saludos y yo me despido con una foto deseandoles todo lo mejor!


El letrerito salio popo (: porqe mi marcador se estaba secando :D

Las quiero!! :D

Mariiajose(: