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viernes, 25 de febrero de 2011

Capullo. Cap. 11

“Me parece agradable. Solamente”. Eso era a lo que yo llamaba: una verdad disfrazada. Me sonreí a mi misma tratando de disimular la mentira.

Con Luisa nos dirigimos a Español, mientras Natalia se iba a Química. Luisa fue realmente muy callada y le pregunte qué pasaba.

-¿En realidad no te gusta Sebastián? –preguntó ella tratando de ocultar su miedo.

-No –negué. Bueno, no me gustaba tanto como para hacerlo oficial así que no me preocupe –, ¿por qué?

-Es solo que –empezó –la manera en que lo miras, la manera en que tus ojos brillan cada vez que escuchas su voz, la forma en la que te ruborizas cada vez que el pronuncia tu nombre; simplemente no es normal. Si te pasa algo con él, pues quiero saberlo; soy tu mejor amiga.

La manera en que ella describió mis movimientos mientras estaba cerca de Sebastián me asustó un poco. Nunca creí ser tan predecible a los ojos de los demás, pero Luisa no era otra persona cualquiera. Me dolió un poco ser tan dura con ella, era cierto que aún no estaba segura de mis sentimientos hacia Sebastián, pero ella debería saberlo.

Me mordí el labio mientras meditaba eso en la clase de Español. En unos pocos segundos ya estaba en clase de Historia sentada escuchando un discurso aburrido sobre la noche anterior del profesor. Pero noté algo muy fuera de lo común: Sebastián no estaba.

Me decepcioné a mi misma al voltear a ver su asiento y ver que estaba vacío. Tristeza y decepción: dos sentimientos que no había sentido en mucho tiempo dirigidos a una sola persona. ¿Qué me estaba pasando? Me estaba trastornando y estaba formando mi mundo alrededor de Sebastián.

Reprimí mis sentimientos hasta en lo más profundo de mi ser y apoye la cabeza en el escritorio, cerré por un momento los ojos prometiendo no quedarme dormida, pero solo podía oír voces y susurros. Luego oí como unos pasos se acercaban a mí lentamente.

-Señorita Johnson, ¿se siente bien? –preguntó mi maestro interrumpiendo con su chillante voz los pensamientos que había desarrollado.

Negué con la cabeza.

-¿Quiere ir a la enfermería? –preguntó.

Asentí. Sentía que si hablaba soltaría un vomito de palabras o algo peor: uno real. El profesor me dio un pequeño rectángulo de papel que utilizábamos como pase de salida cuando queríamos salir de clase. Caminé lentamente saliendo de la clase. Sentía que un olor putrefacto inundaba el salón así que salir fue un gran alivio.

Cuando llegué a la enfermería la sorpresa inundó mi cuerpo queriendo expulsar todo mi almuerzo. Sebastián estaba ahí parado sonriéndole a la enfermera. No sabía por qué estaba ahí y tampoco era algo que tenía que saber; me recosté en la pared sabiendo que un sudor frio recorría mi frente, me empezaba a sentir muy mal.

-¿Kate? –Dijo una voz que hacía que mis piernas temblaran – ¿Estás bien?

Mi respiración empezó desnivelarse y negué con la cabeza. Todo me empezó a dar vueltas levanté la vista y vi mi única salvación a unos metros de mi. Quería llegar rápido a la puerta con ese pequeño letrero que decía “baño” lo más antes posible. No quería que Sebastián se llevara una imagen de mi rostro pareciendo la niña de alguna película de exorcismos.

Corrí al baño apartando a todo quien estuviera a mi paso. Cerré la puerta, me arrodillé ante la taza y empecé a vomitar, me sentía tan mal. A los pocos segundos Sebastián tocó la puerta.

-¿Kate? –Preguntó tímidamente – ¿Puedo entrar?

La sola idea de que él entrará me asustó.

-¡No! –exclamé fuerte.

-Vamos –rogó –, solo quiero saber si estás bien.

Ya no me sentía tan mal como antes así que reconsideré la idea de que él entrara. Sin decir palabra alguna o sin darle el aviso de que entrara, Sebastián entró quedamente abriendo la puerta de par en par mientras sacaba su cabeza para verme. Levanté la vista, supuse que tenía una cara espantosa, pero en cuanto mi mirada se chocó con la suya él sonrió y no pude evitar sonreírle de vuelta.

Llego hacía mi con paso apresurado y se arrodilló a mi lado. Tomó la toalla que estaba cerca del lavamanos y limpió el sudor frío de mi frente. Le sonreí amablemente mientras el poco a poco bajo su mano para situarla en mi mejilla, lo cual me hizo sonreírle tiernamente. De pronto, mi estomago se volcó de nuevo.

Retiré violentamente su mano y me apoyé en la taza de nuevo. No sabía que me hacía sentir peor, el hecho de tener el estomago volcado o que Sebastián presenciara eso. Quise con todas mis fuerzas que Sebastián se fuera o que yo me desvaneciera, sentía que la vergüenza me mataría o que el haría cualquier cara de asco. Pero no fue así.

Con cuidado, tomó mi pelo y lo sujeto delicadamente para que no se manchara o algo así. Su acción me dejo totalmente shockeada. Me quedé paralizada ahí, sin hacer nada. Respirando entrecortadamente mientras Sebastián esperaba pacientemente por mí.

Pasaron uno o dos minutos llenos del más silencio incomodo, antes de que pudiera levantar el rostro con pena. Sebastián corrió hacia la enfermera para que me ayudara y ella entró dejando a Sebastián afuera del baño.

La delicada enfermera se dedico a limpiar mi rostro con agua, a arreglarme el pelo y a darme un poco de enjuague bucal que había en un estante del baño de la enfermería. Me arreglo la cola de caballo y me dijo:

-Sebastián es un buen chico –habló con voz monótona, como si fuera cualquier frase de cualquier conversación.

-Lo he notado –dije quedamente inconscientemente.

-Me ha hablado mucho de ti –soltó sin querer.

Mis ojos se abrieron como platos, ¿por qué diablos Sebastián le hablaba de mí a la enfermera? Al parecer, mi rostro denoto mis dudas y la enferma agregó rápidamente:

-Sebastián ha venido unas cuantas veces más de lo que él quisiera –habló mientras enjuagaba una toalla de tela en el lavamanos –, se le baja la presión constantemente y tengo que hacer algo para que se calme. Le digo que hable de algo que cautive su atención por completo y de lo único que me habla es de una chica.

Me quedé helada. Decidí no hablar hasta que ella terminara puesto que tenía semblante de aún no haber terminado la frase.

-De lo único que me habla es de ti –terminó la enfermera.

Mis mejillas se pusieron rojas como el tomate y expulsé una sonrisa involuntaria ya que cualquier chica se ruborizaría con semejante revelación.

-No sabía eso –susurré, pero iba más para mí que para ella.

Ella se rió irónicamente.

-Puede que no sabías eso –me miró con sus ojos grandes –, pero sé que sabes que Sebastián está enamorado de ti.

No respondí. Si decía que sí, apuesto a que ella pensaría algo como: “¿Entonces por qué diablos no haces algo por estar con él?” y si decía que no ella claramente pensaría que soy una tonta.

-Bueno –dijo ella mientras ponía su mano en el picaporte –, déjame decirte que Sebastián tiene todos sus pensamientos enfocados en ti, así que te pido un favor: si no quieres nada con él, no dejes que se ilusione más.

Abrió la puerta y me dejo a mi sentada en la taza del baño. ¿Qué se ilusione? Para empezar yo ni sabía que Sebastián sentía algo tan profundo por mí, pero me asustaba al mismo tiempo porque no tenía la certeza de quererlo a él en mi mundo.

Salí lentamente hacía la enfermería, Sebastián se paró y en un segundo tenía agarrado mi brazo evitando que me tropezara con algo.

-Tienes infección intestinal –anunció la enfermera –, debe ser algo que comiste hoy en el almuerzo. Déjame decirte que no eres la primera.

-¿Y qué debo hacer? –dije mientras sentía la mano tibia de Sebastián en mi espalda.

-Debes irte a tu casa a descansar y tomar muchos líquidos –recomendó la enfermera dándonos la espalda para firmar una hoja de medicación y se la entregó a Sebastián.

Salí de enfermería aún con Sebastián tomado de mi brazo.

-¿Cómo te sientes? –preguntó rápidamente él, pero a mí no me dejaban en paz las palabras de la enfermera. En mi cabeza seguía el vivo eco de esas palabras que me quemaban la garganta. Un capricho único me hizo saber que estaba dispuesta a oír esas mismas palabras de parte de esa voz por la cual yo moriría, aunque fuera por última vez.

-¿Por qué te quedaste? –solté.

Fue lo único que mi estúpida boca pudo decir, al parecer no estaba tan conectada con mi cerebro como lo esperaba. Su rostro denotó cierta confusión, pero luego de unos segundos lo entendió.

-¿Qué? –Habló con voz queda – ¿Hubieras preferido que me fuera?

Habló con cierto sarcasmo en la voz y yo solamente me quedé callada. No lo había oído hablar con ese tono tan duro y golpeado antes.

-Perdón –se disculpó mientras se detenía y tomaba mi rostro entre sus manos –es solamente que, no soporto la idea de que algo malo te pase. Fue un instinto quedarme, no te quería dejar sola.

¡Torpe! Así me sentía, muy torpe. Hice un esfuerzo por expulsar más de alguna palabra, pero no era cuestión de valor de lo que estaba hablando, sino que era falta de saber qué decir.

-De hecho –agregó –, siento que no me quiero separar de ti nunca.

Sus palabras, vivas como el hielo, me quemaron por dentro. Después de todo, llegamos al mismo punto.

-¿Qué? –estaba confundida y mareada, y su aliento penetrante no me ayudaba a pensar muy bien las cosas.

-¿Qué es lo que no entiendes, Kate? –habló tomándome de los brazos, como si estuviera harto de aparentar algo totalmente diferente a la realidad –. ¿Quieres que te lo aclare lentamente para que puedas entender?

Otra vez la voz del sarcasmo hiriente. Me solté de sus brazos bruscamente y dije:

-Disculpa si no entiendo a la primera –hable con tono grotesco y seguí mi camino. No tenía el derecho de hablarme de esa manera y menos si era sobre un tema tan delicado como este.

Caminé a paso apresurado hasta llegar al estacionamiento, busqué con la vista mi carro sin querer detenerme, pero alguien me agarró por la cintura y me dio la vuelta.

-No te vayas así cuando trato de decirte algo importante –dijo tratando de no subir el tono de su voz, pero no pudo porque yo sentía sus palabras muy fuertemente.

Me quedé callada demostrando mi enojo. No tenía por qué gritar si estaba enfrente de él.

-¿Qué es eso importante? –pregunté bruscamente mientras la duda azotaba mi mente.

Tartamudeó un poco, moviendo sus ojos de un lado para otro tratando de concentrar su atención en algo que no fuera yo.

-¡Dime! –exigí casi con lágrimas.

-No creo que pueda –susurró.

-¿Qué? –Pregunté indignada – ¿Me haces enfurecerme contigo para nada?

Se quedó callado con ojos de culpa, agachó la mirada y no hizo nada más que eso.

-¿Y te vas a quedar ahí parado? –Pregunté con más indignación – ¡No puede ser, Sebastián!

Vociferé un grito típico de rabieta de niña pequeña, pero me sentía tan frustrada que no sabía qué hacer.

-Eres increíble –susurré sin pensarlo. Me sorprendió que mi voz sonara quebrada, pero las lágrimas estaban a punto de desbordarse.

-¿Y qué quieres que haga? –gritó. La bomba explotó.

-¡Que hables! –Respondí –Que digas algo, no sé. Cualquier maldita cosa.

El enojo me estaba inundando por completo y no me permitía controlar mis palabras.

-¿Y qué pasa si no puedo hablar? –debatió.

-Entonces –dije con voz tranquilizante, aunque por dentro me estaba muriendo de rabia –, no eres lo que yo pensé.

-¡Ja! –exclamó en todo de ironía – ¿Y qué era lo que pensabas?

-¿Qué te pasa, Sebastián? –dije con miedo, ese no era el Sebastián que yo conocía. Es más, a este Sebastián no lo conocía ni lo quería conocer.

-¿Qué me pasa? –Preguntó como si estuviera pasando por algo lo evidente –Me pasa que maldigo el día en que entre a esta maldita secundaria.

Sus palabras me quemaron poco a poco, era obvio que si maldecía su entrada a la secundaria era por mí. Lo que todavía no entendía era por qué.

Agaché la cabeza, supuse que no diría más ya que lo estaba presionando para que dijera lo que pasaba por su cabeza, y así fue. Lo único malo era que no me imaginaba que fuera algo tan hiriente.

-Me pasa –continuó él repentinamente –que ayer cuando te vi en tu casillero creí que moriría de la felicidad.

Sus palabras me sacaron de mis pensamientos.

-Como te dije, nunca deje de pensar en ti luego del Spring Break –su voz bajo de tono –y al verte ayer me sentí feliz de poder encontrarte y de poder enmendar las cosas.

Me quedé paralizada.

-Kate –mi nombre en sus labios me hacía erizar la piel; tomó mi cara entre sus manos y habló mirando mis ojos –, quiero ser parte de tu vida, quiero ser parte de la alegría que te invade cada día. Pero –bajo la vista decepcionado –, trato de olvidar lo que paso en el Spring Break porque te juro que hasta la fecha no me lo he perdonado, pero no puedo. Y no sé si tú ya lo hiciste.

Sus ojos me vieron directamente y sentí como unas grandes fuerzas me atraían a él. De pronto, sus dulces labios tocaron los míos. Se sentían tan reales y tan vivos que me costaba creer que eso no era un sueño. Sus labios eran dulces y simplemente tiernos. Olvidé todo el mundo a mí alrededor y me enfrasqué en Sebastián. Me hundí más en sus labios mientras enredaba mis dedos en su pelo; él me acercaba más a su cuerpo con sus manos en mi cintura. En ese momento agradecí tanto que la enfermera me haya regalado un poco de enjuague bucal.

El beso era tan perfecto que no quería que terminara, lo mismo presentí que pensaba Sebastián. Estaba claro que sentía cosas profundas por mí y yo sentía cosas inigualables por él. En ese momento, formamos un capullo a nuestro alrededor, queriendo que nadie nos interrumpiera… Ni ahora, ni nunca.



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Holaaaaaa! Como andan? son las 10:oopm en mi pais :)

Este capitulo simplemente me encanto.. espero que les guste y comenten :D

Siento no poner mucho aqui, pero tengo prisa porque mi madre me esta sacando de la compu con las palabras "usas mucho esa cosa, ten un poco de vida social" bla bla bla /:

Estoy muuuuuuuuuuuuuuuuuy feliz (: ustedes imaginaran porqe ^^

Bueno bueno, muchisimas gracias por su infinita paciencia y por su hermosa fidelidad!

Once again, les estoy demostrando todo mi carinio posible! :)

Las quierooo <3


Majoo!

domingo, 20 de febrero de 2011

Disculpen..

Sinceramente.. esta es la primera entrada con el titulo de "Disculpen"
Espero y no se vuelva una rutina..

-He estado trabajando en el cap 11 pero les juro que no tengo nada tengo la mente en blanco ._. & simplemente no tengo inspiracion :(

Otra razon es porque he tenido demasiadas cosas que hacer.. proyectos, examenes, vida social & Ja. Les cuento.. ahora novio $: pero no entrare en detalles XD

Les pido mucha paciencia.. un dia de estos que tenga tiempo terminare la entrada y hare como tres capitulos mas para recompensarles la espera :)

Pero cuentenme.. como les va? Como les fue en el 14 de febrero? O:
Yo se que no es el unico dia disponible para demostrar amor, pero bueno.. ustedes saben que yo les demuestro amor en cada entrada que publico XD


Gracias una vez mas por todo!

Las quiere..
Majoo!