Dudé realmente acercarme a mi casillero, así de cobarde era pero Sebastián me confundía demasiado. Este miedo se estaba tornando en algo fastidioso.
Caminé decidida y mantuve la vista fija en mi casillero, solamente en mi casillero.
-¿Cómo te fue en tu clase de Educación Física, Sebastián? –pregunto Luisa casi gritando. Sabía que era por fastidiar que lo hacía, pero no me importo. La verdad era que agradecía tenerla como amiga y no de enemiga.
-Realmente bien –le dijo a Luisa -, al Coach le pareció agradable mi “afecto por el tiempo” –puntualizó unas comillas aéreas con sus dedos –y me felicito.
Luisa rió y yo escondí una risa traviesa ya que todo eso de llegar temprano fue muy exagerado, pero fue a causa de su nueva amiguita.
-¿Qué clase te toca? –me preguntó mientras su adictivo aliento se enredaba en mi pelo suelto.
Tuve que controlarme.
-Historia –dije por lo bajo teniendo mi mirada fija en mis libros de Historia
-Que bien –dijo realmente contento.
Lo miré confundida; ¿qué trataba de decir con ese comentario?
-¿Y a ti? –pregunté con miedo cuando en su rostro surcó una gran sonrisa.
-Historia –su aliento me recorrió toda la cara.
Se me hizo un hueco en el estomago a pesar de ya haber comido. No sabía que pensar, no sabía de si iba a pasar algo o si debería alejarme para aclarar mis sentimientos. Tenía tantas cosas que preguntarle, pero no quería bombardearlo, no tan pronto. De todos modos, quería conocerlo a fondo.
-¿Qué clase te toca? –preguntó Luisa a Natalia.
-Libre –dijo ella con voz suave mientras miraba su horario.
-¿Y después? –pregunté. Me estaba cansando de estar preguntando a cada rato, pero aun así solo faltaban dos periodos más.
-Educación Física –dijo Natalia haciendo una mueca.
Al menos ya estaba segura: a Sebastián ya le había tocado esa clase, así que solo tenía que preocuparme de no parecer una loca desquiciada por todo lo que estaba en mi cabeza durante un periodo más si mucho.
Sebastián me escoltó hacía la clase de Historia, mientras Natalia y Luisa se marchaban. Entre los pasillos, Sebastián hizo varios comentarios sobre su primer día, y yo le contesté apropiadamente. Dijo una que otra broma que me hicieron reír mientras él solo me observaba. Tendría que decir que todo eso de las miradas me estaba mareando; había decidido no mirarlo a los ojos de no ser necesario, pero él fijaba sus dulces y profundos ojos en mí y sentía como su mirada penetraba cada átomo de mi cuerpo dándome cuenta que moría por derretirme en esos ojos.
Pero tenía que estar consciente de mis deseos y mis decisiones. Tenía que pensar antes de actuar. Me tuve que concentrar bastante al pasar al lado de Sebastián para poder observar el salón, ya que él había entrado primero. Su olor invadió mis pulmones y dejó una dulce fragancia en ellos haciendo que un leve temblor recorriera mi cuerpo. Me concentré en lo que hacía y fui hacia la ventana donde estaban los últimos dos asientos disponibles.
Supuse que esto era como un castigo que Dios o el destino me ponía por haber deseado no pasar tiempo con Sebastián; por su parte, él parecía complacido de estar a mi lado lo cual me frustraba aún más. Con todas las cosas que tenía que pensar, las tareas y las clases no me podía dar el lujo de darle toda mi atención a Sebastián, aún cuando así lo quisiera mi alma.
Respiré hondo mientras empezaba la clase y rogué para que el profesor estuviera de mal humor como para no permitirle a Sebastián decir alguna palabra. Y así fue. Al parecer, el profesor Chan había tenido un problema con el director y no estaba feliz que digamos; quien estaba feliz era yo, al fin me iba a ser posible mantener mi mente abierta mientras me encontraba al lado de Sebastián, eso era un record bastante prometedor.
El profesor nos dejó un trabajo en clase sobre una página de nuestro libro y me apresuré a hacerla; de pronto, tenía enfrente de mi libro un papel doblado por la mitad. Me confundí al principio porque no había nadie que me conociera tanto como para mandarme un papelito a excepción del chico que tenía a la par. La respuesta vino como un rayo a mi cabeza. Disimule mi mueca mientras leía que él papel rezaba:
¿Te pasa algo?
Repasé con mis ojos la clara caligrafía de Sebastián mientras pensaba qué decirle y tratar de no mentirle. Tomé mi lápiz y escribí.
¿A mí? No nada, ¿por qué la pregunta?
Le pasé rápido el papel cuidando que nadie viera y le hice entender que tenía que leerlo con precaución. Lo observé como una tonta lo haría mientras él movía sus ojos al compás de mis letras. Al cabo de un buen rato, colocó el papel en mi mano mientras nuestra piel contraía un roce y sentía que un escalofrío me recorría la espina dorsal.
No sé, es solo que sentí que algo te molestaba.
Al leer la pequeña cantidad de palabras escritas en el papel, dudé del por qué tomo tanto tiempo escribirlo. Luego pensé que no estaba seguro de qué poner en el papel, puesto que lo había visto meditar antes y supuse que escribiría algo sobre Jasmine, pero no.
No, no lo estoy; me apresuré a escribir en el papel con mi caligrafía desalineada. ¿Me veo molesta?
Pero no pude entregarlo, ya que el profesor Chan se encontraba muy cerca de nuestro escritorio y no quería que sospechara y tampoco planeaba causarle un castigo a Sebastián en su primer día. De la nada, el timbre tocó y di un pequeño salto en mi lugar; definitivamente el tiempo se me estaba pasando muy rápido. Recordé que me tocaba Educación Física y sabía que tenía que apresurarme; guardé mis cosas rápido mientras Sebastián se paró decidido a decir algo, pero las palabras no brotaron de su boca como hubiera esperado.
-Te quería pedir un favor –comenzó mientras trataba de seguirme el paso guardando sus cosas. La mitad del salón ya estaba vacía.
De por sí, yo ya tenía un gran signo de interrogación escrito y tallado en mi frente así que no hacía falta decir alguna palabra para alentarlo a continuar.
-Esperaba que –siguió, yo sonreí porque entendió –, si no es mucha molestia, me pudieras dar un “aventón” –simuló las comillas aéreas.
Supuse que sí aceptaba hacer el favor podríamos seguir la conversación que teníamos pendiente; de pronto, un vivo y voraz deseo se despertó en mí queriendo pasar aún mucho más tiempo con él.
-Claro –asentí mientras evadía sus ojos –, ahora estoy apresurada porque me toca educación Física, así que si quieres me puedes esperar en mi auto y yo te veo haya.
-Me parece una buena idea –dijo sonriendo y luego vio su horario haciendo una mueca –. Oye…
-¿Qué clase? –ya sabía que me iba a preguntar en donde estaba su próxima clase, lo cual me pareció tierno.
-Química –dijo con una sonrisa torcida.
-A tres salones de la cafetería –musité mientras salía del salón y él me pisaba los talones.
Dio las gracias y fue casi corriendo a Química mientras yo iba a mi casillero a meter mi mochila y sacar mi pantaloneta; siempre se corría la duda de si te iba a tocar Educación Física en el primer día y más de alguna ya había aprendido la lección así que todos tenían una maleta extra en día de clases; en mi caso, solo metía una pantaloneta a mi mochila porque siempre acostumbraba a llevar tennis.
Cuando llegué a mi casillero, miré a Natalia un poco angustiada y a Luisa meditando sobre algo; se notaba que solo me estaba esperando.
-¿Qué te pasa? –pregunté mientras metía mi mochila al casillero y rebuscaba en su interior.
-No tengo pantaloneta –exclamó Natalia.
Típico del primer día de un nuevo. Por suerte, Luisa siempre tenía refuerzos. Siempre tenía consigo una pantaloneta extra, así que no nos preocupábamos mucho. Luisa le hizo una sonrisa a Natalia mientras sacaba una bolsita de su casillero y se la entregaba.
-Siempre tengo una de refuerzo –aclaró Luisa al ver la cara de Natalia confundida.
-Y puedes usar los tenis que traes –agregué.
Natalia sorprendida, no sabía que decir, nos dedicó una sonrisa y un gran abrazo. Yo ya estaba lista y lo anuncié cuando cerraba de un portazo mi casillero.
-Así que… -comenzó Luisa insinuando mientras comenzábamos a caminar hacía el gimnasio.
-¿Así que qué? –pregunté confundida.
-¿Cómo te fue en tu clase de Historia? –enarcó una ceja.
Estaba segura que esa pregunta no se refería a cómo me había ido en realidad en la clase.
-Bien –esa era la verdad.
-Está bien, seré clara –soltó ella –, ¿cómo te fue con Sebastián?
Me reí.
-Ya te dije que bien –respondí.
Llegamos al vestidor y me alegre al no tener a Jasmine en nuestra clase. Me cambié rápido y salí al gimnasio a calentar mientras Luisa se pasaba unos minutos más arreglándose la coleta para que no le callera ningún pelo en la cara mientras corría o algo así.
Natalia salió unos segundos después que yo y el Coach nos mandó, a las que ya estábamos afuera, a trotar un poco. Fui con Natalia a un pasó normal, pero luego paramos y empezamos a caminar.
-Kate, ¿te puedo hacer una pregunta? –dijo Natalia.
Me sorprendió porque no creo que tendría que haber algo de lo que Natalia me podía preguntar a estas alturas del día. Asentí, era lo único que podía hacer.
-A ti te gusta Sebastián, ¿verdad? –soltó.
Okey. ¿Qué diablos fue eso? ¿Cómo podía preguntarme algo así?
-¿Por qué me preguntas eso? –no era lo más prudente responderle con otra pregunta, pero la duda me invadía por completo.
-Si quieres no respondas –se apresuró a decir Natalia cuando miraba mi rostro de sorpresa –fue algo atrevido, lo sé; es una tonta pregunta que…
-No no –la interrumpí –no importa, para mí no es atrevido. Lo que quiero saber es por qué preguntaste eso.
-Pues –comenzó ella –, no sé me dio la sensación de que sí te gustaba. Disculpa mi atrevimiento enserio, esto es algo que solo le responderías a Luisa, lo siento. Supongo que ustedes me hacen sentir bien y supuse que ya teníamos confianza y eso.
-Natalia –musité –, no hay problema, ¿sabes? No, no me gusta Sebastián, pero puedes estar segura de que estoy desarrollando confianza en ti.
Ella me sonrió tiernamente y agregó:
-Gracias –dijo mientras se miraba los pies –, creo que tenía miedo de ser la nueva otra vez y ser el bicho raro.
En ese momento llegó Luisa y el Coach nos puso a trabajar. Terminó la clase y no podía creer que ya había terminado el día, estaba totalmente feliz pero fatigada. Me cambié rápido y me mantuve la cola porque tenía calor.
-Natalia no nos has dicho en donde vives –indicó Luisa cuando estábamos las tres frente al gran espejo que se encontraba en el vestidor.
-Vivo en un pequeño condominio cerca de un gran parque que queda cerca al colegio –respondió.
-¿En cuál de todos? –Pregunté yo –Porque nosotras vivimos en uno de esos.
Natalia nos explicó bien mientras salíamos del vestidor y resultó ser que ella vivía cerca de nosotras, exactamente vivía a unas tres cuadras. Luisa vivía a dos cuadras de mi casa así que ahora todas estábamos cerca.
Pasamos por los casilleros y saqué mi mochila al igual que mis acompañantes. Cuando llegamos al estacionamiento vi mi pequeño Spark y justo a su lado estaba él, parado, despeinado y riendo. Unas ganas incontrolables de lanzarme hacía él me estaban consumiendo así que solo me limité a asentir a cualquier cosa que Luisa estuviera diciendo en ese preciso instante.
De pronto, Luisa me agarró a mí y a Natalia de los brazos y nos detuvo. La miré solo a ella y noté que sus ojos estaban fijos hacía el frente, justo en donde Sebastián estaba.
-No sé si ya lo notaste –habló casi sin mover los labios; era una experta en eso –, pero cierto chico está apoyado en tu carro con cierto aire de estar esperándote.
Okey. Leer tantos libros no era bueno para ella.
-Ehh… si –dije titubeando –no te lo mencioné, pero Sebastián quiere que le de “aventón”.
Luisa y Natalia se quedaron sorprendidas y movía sus ojos: hacía mí, luego hacía Sebastián y así varias veces.
-¿Quieres que te de un “aventón”, Natalia? –preguntó Luisa; a esa frase le sobraba el sarcasmo.
-Me encantaría –dijo Natalia quien enseguida fue arrastrada por Luisa hacia su auto. Ésta última me miró fijamente y articuló con los labios algo parecido a: “Me cuentas todo luego” y luego se metió a su auto junto con Natalia.
La sangre en mis venas empezó a correr mucho más rápido de lo imaginado cuando vi la hermosa sonrisa de Sebastián.
-¿Nos vamos? –pregunté mientras entraba al auto; justo en ese momento me arrepentí de no haberlo lavado el día anterior. Le abrí la puerta del copiloto a Sebastián y el entro. Arranqué mi auto porque no quería charlar o hacer algo que hiciera quitarme la desconcentración del camino.
-¿Y por dónde vives? –hablé mientras me paraba frente a un semáforo en rojo.
-¿Conoces algunos de los condominios que están cerca de un parque que queda más adelante? –preguntó mientras mis manos se congelaban alrededor del volante. Asentí porque no me creí capaz de articular palabra alguna.
-Vivo en uno de ellos –dijo mirando hacia el frente –. Todavía no me sé muy bien la dirección.
-¿En cuál de todos? –traté de no sonar histérica.
Me paré enfrente de la entrada de mi condominio y puedo jurar que vi pasar el carro de Luisa hacía su condominio.
-En este –dijo Sebastián viendo por mi ventana.
Me helé. No me había enterado de alguna mudanza últimamente, pero yo no me enteraba de las cosas que pasaban fuera de mi cuadra por decirlo así. Entramos y me parquee enfrente de mi casa.
-¿Así que aquí vives tú? –exclamó mientras observaba mi casa.
-Sip –dije controlando mi deseo de verlo a los ojos –. ¿Tú dónde vives?
-Ahí –señalo con su dedo índice.
Estaba señalando por delante del auto, a una casa hasta el fondo de la cuadra. Solitaria pero pulcra, la casa yacía impotente puesto era bastante grande.
-¡Ja! –exclamé con un poco de ironía.
-Sí, lo sé –habló como si supiera los pensamientos que rodeaban mi cabeza –. ¿Kate?
Cuando pronunció mi nombre cerré los ojos inconscientemente y cuando los abrí, lo vi. Había olvidado permanecer consiente y la promesa de no verlo había quedado en vano.
-¿Qué? –traté de moderar el tono de mi voz.
Hubo un silencio sepulcral mientras oía su respiración acompasada. Tuve un momento de debilidad, debo confesar, un momento en que mis ojos ya no estaban fijos en los suyos sino en sus labios, los cuales permanecieron en silencio. Los observe tanto como pudiera sin parecer una loca, pero a esta altura el olor de su perfume había inundado la mayor parte de mi auto y era imposible no respirar. Poco a poco fue poniendo su mano en mi mejilla mientras su tacto me empezaba a volver loca; cerré los ojos, tratando de mantener mi promesa y a no hacer nada fuera de lo común porque esta era mi cuadra y estábamos en mi auto, cualquier vecino ponzoñoso y metido podría llegar a decirle a mi madre historias de una manera exagerada así que tenía que contener mis deseos.
Abrí los ojos debido a que el gran silencio que reinaba en ese momento me estaba inquietando y cuando lo hice lo único que pude ver fue que el rostro de Sebastián estaba mucho más cerca de lo que yo esperaba, sus labios estaban mucho más cerca lo cual me estaba tentando. Estaba tan cerca que casi podía inhalar su aliento, fresco y dulce. Tomo mi cara entre sus manos y sabía que algo no iba a terminar bien, cerré mis ojos esperando una dulce, pero aún esperada tragedia cuando… poso sus labios sobre mi frente. El tacto de sus labios con mi piel se torno… bueno ni yo sé en qué se torno, pero el gesto me pareció sumamente tierno. Esta vez, tenía deseos de pasar más tiempo con él, pero no de un modo carnal sino para hablar, conocer todos los aspectos que aún no conocía de él, saber sus miedos y sus pasiones, sus alegrías y sus temores, sus ambiciones y sus proyectos; absolutamente todo. Y tal vez, solo tal vez, me llegaría a enamorar de él.
Suspiré profundamente puesto que sabía que todo eso me iba a tomar tiempo y aún más si tenía a ese bendito miedo rondando mi cabeza. Decidí sacarlo afuera y dejar que Sebastián entrara a apoderarse de mis pensamientos.
Sebastián retiró sus dulces labios de mi frente y me miró.
-Nos vemos mañana –dijo con una sonrisa torcida mientras salía del auto y cerraba de un portazo.
Me quedé pensando durante unos cinco minutos. ¿Solamente yo había sentido esa fuerte conexión que me gritaba estar con él? No, era absurdo el hecho de que solamente yo lo haya sentido. Tal vez por eso se fue tan cortante, tal vez tenía miedo de sentir lo que yo sentía; eran muchas las probabilidades pero tenía pocas respuestas y eso me estaba frustrando.
Salí de mi auto y justo en la puerta de mi casa noté que un auto Corinto, pequeño estaba parqueado justo enfrente del mío y no lo había notado. Ese auto significaba que teníamos visitas.
Entré en mi casa y una señora, de unos treinta y algo me estaba esperando sentada en la sala. Con cara de sospecha recorrió mi cuerpo con sus ojos pardos, grandes y misteriosos. Hablé para articular una palabra, pero ella habló primero:
-¡Kate! –exclamó mientras se me abalanzaba en una especie de abrazo.
-Hola tía Lucy –dije a duras penas puesto que mis costillas estaban a punto de quebrarse.
Ella me soltó y recorrió mi cuerpo otra vez con su mirada. Supuse que era debido a que no nos habíamos visto en mucho tiempo, solamente manteníamos contacto por teléfono o por internet.
-Hace mucho tiempo que no te veo –prosiguió –, estas mucho más grande que la última vez que te vi y más linda –arqueó las cejas en forma pícara –; hablando de eso, ¿quién era el chico que salió de tu auto?
Algo malo de la tía Lucy, era que siempre estaba metida en todo. Mi mente trató de inventar una excusa adecuada, pero no hacía falta; lo único que requería la situación era algo de omisión.
-Es un chico de la escuela –dije mientras dejaba mi mochila en el sillón –, no tenía carro y vive aquí cerca.
-Pero se quedaron mucho tiempo ahí metidos –insinuó –, ¿qué estaban haciendo?
Torcí los ojos para que pareciera que mi molestia sí era real.
-El chico es nuevo –solté con cara de pocos amigos para hacerlo más creíble –, ¿qué podría hacer yo con un chico nuevo que casi ni conozco dentro de mi auto?
Tía Lucy se calló porque se dio cuenta que era realmente absurdo seguir poniendo preguntas así que me dedico una ferviente sonrisa y me llevó a la cocina donde me sirvió un vaso de su limonada especial.
-Y ahora que lo pienso, ¿qué haces aquí? –pregunte confundida, tía Lucy solo venía para fiestas, cumpleaños o… emergencias. Me helé. No había visto a mi madre desde que entre a la casa y eso era raro; su rostro se volvió ofendido y supuse que había entendido mal –No lo tomes a mal, solamente quiero saber a qué se debe tu “maravillosa” presencia en esta casa.
Omití las comillas de los dedos, pero me di a entender en el tono de mi voz. Tía Lucy echo carcajadas y habló:
-Tu madre me llamó –esta vez su semblante ya no denotaba risa alguna.
-¿Qué paso? –dije impaciente.
-Bueno –empezó ella –, creo que tiene una depresión post-divorcio.
El divorcio ya había pasado hace ya varios meses y nunca vi a mi madre deprimida o triste en ningún momento, supuse que solo se quería hacer la fuerte durante el día para no poner una explicación tonta de sus lágrimas; todavía recuerdo las noches cercanas al divorcio, recuerdo que me quedaba despierta hasta tarde para oír algunas lágrimas o algún llanto por parte de ella: nada. No decía ni un solo “mu” en todos sus sueños, ni roncaba lo cual era muy raro en ella.
-¿En dónde está ella ahora? –pregunte desesperada.
-En su habitación. ¡Kate! –Me retuvo del brazo cuando vio que yo salía disparada escaleras arriba –No la despiertes, está durmiendo porque lloró mucho conmigo.
Ver a mi madre mal, bueno oír que mi madre estaba mal no me ayudaba mucho. Ella era por la cual yo me levantaba todos los días creyéndome ser aún más fuerte todos los días porque pensaba, o bueno todavía lo pienso, que ella era la persona más fuerte que podía existir. Las montañas se movían en contra de ella y ella seguía fuerte luchando por la única razón que le daba fuerzas para vivir. Un bajón de ella no era normal.
-No te preocupes –le dije con la voz quebrada –, no iré a molestarla. Iré a mi habitación.
Subí las escaleras y entré a mi cuarto. Me tumbé en mi cama y me puse a llorar. En realidad todo estaba demasiado mal; yo misma me juré que cuando mi madre llegara a tener miedo o a llorar sería el fin de mis fuerzas, de mis anhelos, de mis batallas. Ella era mi ejemplo y sentía que como agradecimiento por ser la maravillosa mujer que era, le debía, al menos, ser aunque sea un poco igual a ella. Tenía aún más miedo ahora, quería ir a decirle a mi madre que todo estaría bien justo como cuando ella hacía cuando yo tenía miedo y en este preciso instante mi madre sentía miedo. Miedo de no volver a encontrar un amor como el de mi padre, miedo de perder tiempo, miedo de perderme a mí por alguna acción incoherente de ella, miedo de que su vida se desboroné en un momento. Lo único que sabía por parte mía era que iba a estar con ella durante todo eso.
-----------------------------------
Okey. Hoy si me pasé no creen? Jaja no llegué al momento que quería llegar pero bueeeh... es lo bastante largo para ustedes como lo es para mi?
Bueno, me gusto mucho este capitulo porque demuestra que no todo en la vida de Kate son chicos chicos y Sebastian, sino que tambien tiene problemas familiares y eso!
Heeeeeey.. ya va a ser navidad!! O: Que se van a haceerr? Yo en la proxima entrada les cuento con detaalles porqe ahorita estoy tratando de escribir a la velocidad del PEDOOOOOO! O:
Saben? ahorita por aqui hay un friooo de m%$#% LITERAL -.- o soy yo la huevona que se la pasa todo el dia en la cama y por eso es el frioo.. una de las dos.. pero esta feitoo!
No se que mass deciir a menos que... MUCHISIMAS GRACIAS por sus comentarios y por seguir leyendo y por tenerme la paciencia que me tienen, porque odio que mi mente se atasque y no me deje escribirr!! Pero aun asi muchisimas graciaas!!
Heey.. ya casii 60!! O: Somoos la meraaaaaa! ;)
Buenoo eso es todoooo:)
Chaooooooo!
Majoo!
All I want for Christmas is you *-* lmao JK I want an iPod Touch ;D
me encanta!
ResponderEliminarme paso de super rapido, y me tengo que ir
peor rapidamente te digo que ame este cap¡
espero que publique spronto y...
feliz navidad!!
te leo
wow
ResponderEliminarincreible amo tu blog
espero ansiosa el proximo cap.
Feliz Navidad!
suerte
y tal vez lo mejor que puedes hacer cuando tu mente se atasque es salir a caminar
eso, la mayor parte del tiempo, funciona jaja
:D
Increible cap.
ResponderEliminarlo amee de verdad. muy buena la historia
y como lo escribis, a mi tambien me encanta
escribir pero no tengo talento ni inspiracion :P
weee. aprovechalo
qe pases feliz navidad :D
bessos desde argentina xD
me encanto el cap
ResponderEliminarla verdad me identifico mucho con kate, mas que todo por sus miedos y su manera de pensar :D
y... cambiando de tema, tu eres de guate tambn verdad? haha esq aurita entro un frente frio... :/
haha cuidate majo
mil besos :D
Muy bueno el cap, espero con muchas ansias el proximo! amo tu nove ♥
ResponderEliminarHolaa Majo!
ResponderEliminarYo otra vez! Lindo capitulo.
Me encanto...
Agostina ;)
Majoooo!
ResponderEliminarTe deje un test en mi blog que me parecio muy dicertidoo!
Si no te lo hbaia dicho me guto mucho el cap!
Es que ando un poco olvidadiza xD
Wuooooooo! Me gustó mucho la historia!
ResponderEliminarPasate por mi blog!
Besooooooooo
majo por fin tuve tiempo de comentarte el capitulo (: (la verdad esque se me habia olvidad mi contraseña y tambien se me habia olvidado con cual de mis correors habia hecho mi cuenta XD ya me conoses asi soy yo de especial e.e) hahahahahaha
ResponderEliminarahora volviendo a tu cap: la tia lucy me agrado me rei con lo de "que estaban haciendo" me recordo a una mi tia la verdad XD lmfao
bueee tu ya sabes que me encanto el cap ;) y solo falta algo por decir: SEGUILA PERO YA ME OISTE(o leiste tu me entiendes ;D) hahahahahaha :) ly
Tu historia me encanta es buenisima ... Me gustari que miras la mía y me dijeras que tal estal y la promocionaras si te gusta
ResponderEliminar( nuestromundoesestarjuntos.blogspot.com)
me encantoo espero k la sigas pliss..tkmmm
ResponderEliminar