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martes, 4 de enero de 2011

Pesadilla. Cap. 7

Lo único que sabía por parte mía era que iba a estar con ella durante todo eso.

Después de brotar algunas lágrimas más, caí en un profundo sueño. Sentí que al menos la paz reinaría en mi cabeza unas cuantas horas, pero no fue así.

En poco tiempo estaba yo sentada en mi cama, pensando y meditando mientras me acercaba a ver la tenue luz de la luna reflejarse en mi ventana. Quería quedarme en esa quietud inimaginable y dejar que mi cerebro trabajara por si solo sin estar atormentándolo o presionándolo, pero la quietud duró muy poco. Justo en el umbral de la puerta se posó alguien, lo supe porque en el resto de la casa reinaba el silencio así que sus pasos lo delataron. Supuse que era mi madre, pero ella no acostumbraba a arrastrar los pies; me di la vuelta, puesto que mi ventana se situaba al lado opuesto de mi puerta, y le tendí mi mano para que la pudiera agarra y así sentir sus suaves manos.

Lo que me desconcertó fue ver unas manos grandes y rígidas en vez de las de mi madre; retiré mi mano de un tirón y poco a poco la silueta de la puerta se acercaba mientras me iba adentrado en mi cama en un vano intento de alejarme de quién quiera que fuera. La tenue luz de la luna que entraba por mi ventana iluminó su rostro y quedé sin aliento, Sebastián caminaba lentamente hacia mí aún con la mano extendida. No sabía qué diablos hacía ahí, en mi cuarto, en medio de la noche pero de pronto, la respuesta resonó en mi cabeza: estaba dormida.

Bueno, si estaba dormida no había daño alguno que pudiera hacerme, ¿cierto? Como no encontré respuesta rápida a mi pregunta, decidí que no pasaría nada. Me acerqué a él y tomé su mano que todavía esperaba por la mía. Tomó mi mano fuertemente y me invitó a pararme justo enfrente de él.

Su sonrisa me estaba matando por completo, trataba de imitarla, de parecer igual de segura, pero todo fue en vano; era obvio que nunca nadie en este planeta lograría igualar su actitud. Me paré delante de él, guardando una distancia apropiada, aún sosteniendo mi mano entre la suya. De pronto, decidió cortar nuestra distancia halando mi mano para luego soltar la suya y ponerla sobre mi cintura acercándome aún más a su cuerpo. Luché por mantener mis manos controladas y fuera de todo el asunto, las tenía levantadas para no provocar nada, pero para mi mala suerte, Sebastián decidió colocar su otra mano en mi cintura. Sentía como un frio sudor me recorría el cuello y una corriente emanaba en mi garganta. Baje la vista porque presentía que sus ojos me penetrarían tarde o temprano.

No se movió; no hizo nada. Nos quedamos quietos: él, con sus manos aun sosteniendo mi cintura y con sus ojos penetrando mi coronilla, no se movió y respiró tranquilamente, mientras yo sentía que iba a explotar: con sus manos centradas en mi cuerpo sentía que no tenía marcha atrás, noté que todavía tenía mis manos en el aire porque no quería tocar nada de él, absolutamente nada.

Pero de pronto, una vocecilla me hizo entrar en razón. No había forma de que Sebastián estuviera aquí conmigo en realidad, sino que tal vez estaba soñando. Recordaba haberme puesto a llorar en mi cama, pero no recordaba haber despertado. Luego, medité debido a que no me iba afectar hacer algo en mis sueños. Decidida, subí mi mirada y ahí estaban sus ojos, tal y como lo predije, para luego bajar mis manos de golpe dándome a entender que quería que pasara algo. Me repetía en mi cabeza que solamente era un sueño y que no me iba a lastimar; aparte, en algún lugar de mi sub consiente moría por probar sus labios de nuevo. Él sonrió lentamente porque supuse que sabía lo que estaba pasando por mi mente y fue acercando su rostro un poco más al mío.

-Yo también quiero –susurró tan cerca de mi rostro que mis labios pudieron tocar los suyos.

En ese momento me olvidé de todo puesto que él ya había colocado sus dulces labios en los míos. Había esperado por este momento, pero no sabía si iba a contar como un beso en realidad debido a que mi sádica mente me estaba trucando ya que solamente sería capaz de besarlo en mis sueños.

El pensamiento paso como un rayo en mi mente y me decidí aún más. Enrede mis dedos en su cabello atrayendo su rostro más a mí para olvidarme de todo. Por mis vanas preocupaciones no estaba disfrutando en realidad de éste mortífero sueño. Sus labios en los míos encajaban perfectamente, era como si hubiéramos sido el uno para el otro desde el momento en que nacimos; era como si Dios, en una rara manera de verlo, habría predispuesto encontrarnos en algún momento de nuestra vida. Me estaba intoxicando con su aliento, pero ya no me importaba porque me sentía tan bien en ese momento. Noté como él me apegaba más a su cuerpo y como a mí no me importaba que lo hiciera, realmente podría quedarme soñando todo lo que fuera necesario.

Despegó sus labios para decir algo, pero no se lo permití. Al ver que él no hacía nada para alejarse de mí, me pareció algo bueno así que seguí enredando mis dedos en su cabello mientras me apegaba más a él con sus manos en mi cintura.

Cuando realmente ya no daba para más, separé mis labios de los suyos y trate de mantener mi respiración a un ritmo que no denotara que en realidad ese beso había afectado mi sistema respiratorio. Sebastián me miro fijamente a los ojos y por primera vez pude sostenerle la mirada, sin temores de que me atrapara en ella, sin miedos a poder perderme en sus tibios ojos, si preocupación de que me enamorara intensamente de él; ya no tenía preocupaciones. Le sonreí torpemente porque no veía que otra cosa hacer.

Apoye mi cabeza en su pecho y suspiré porque pensé que no podía ser más feliz. Pero la verdad era de qué había hablado muy pronto. De pronto, todo se desvaneció. Una violenta ráfaga de viento azotó en la ventana, haciendo que todo el cuarto se enfriara con el aire. El cuerpo de Sebastián se difuminó con como polvo y yo caí al suelo de cara. El frio aire seguía entrando por mi ventana mientras yo yacía acostada en el suelo frio.

Todo paso rápido y sin aviso alguno. Medité lo que había pasado, medité si quedarme ahí acostada o pararme y hacer algo, pero algo me dijo que así sería mi vida con Sebastián. Así sería si me olvidaba de los riesgos y cosas por el estilo: que tarde o temprano, él desaparecería y con mi voluntad también.

De pronto, escuche lo que estaba pensando y me pareció no ser yo, puesto que nunca me pondría así. Me paré rápido, un poco mareada pero estable, pensando que todo ese cambio de mentalidad se debía al sueño o algo así. Unos pasos lentos y pesdados me alertaron de que no estaba sola.

Mi corazón empezó a latir desbocadamente y no encontraba la manera de controlarme. Empecé a caminar lentamente para las escaleras, lentamente porque la casa estaba totalmente oscura y solamente avanzaba ya que conocía esa casa como la palma de mi mano. Llegué a las escaleras y noté que quién caminaba estaba cerca de llegar arriba. Rápido, saqué mi teléfono y presioné cualquier tecla para que la luz se prendiera.

-¡Kate! –gimió una voz de mujer.

El pálido rostro de mi madre quedó alumbrado por la luz de mi teléfono. Era cierto, su rostro estaba demacrado; lucía más pálida que nunca y tenía unas medias lunas moradas debajo de sus pequeños ojos. Me pareció ver a una completa extraña y me retiré aún más de ella.

-¿Mamá? –pregunté desconcertada.

-Kate, quita esa molesta luz de mi cara –refunfuño ella –, ¿quieres?

Quité mi teléfono rápido y lo dirigí hacia enfrente, cerca de mi cuarto. La iluminación era pobre, pero aún podía ver la falta de ánima en su rostro.

-¿Qué paso? –pregunté. Mi madre no se había puesto así desde que mi abuelito murió.

-¿A qué te refieres? –repuso ella frunciendo el ceño en forma cortante, así ella terminaba una conversación.

En ese momento entramos en su habitación y prendí la lámpara que yacía en su mesa de noche. Ella se metió en su cama y yo me senté justo a la orilla de ella. Ahí vi que sus ojos estaban rojos e hinchados; había estado llorando y no me quedaba duda de ello.

-¿Mamá? –hablé suavemente.

-¿Qué paso? –preguntó ella mientras tomaba el peine que estaba al lado de la lámpara y empezó a peinarse el lado derecho de su cabello.

-¿Estabas llorando? –pregunté sin miedos. Había aprendido con el tiempo a no tenerle miedo a las reacciones de mi madre.

Su cara se torno seria, pero no dejo de cepillarse el cabello. Eso, para mí, era un “sí”.

-¿Por qué llorabas? –supuse que mi cara denotaba mi confusión.

De pronto, ella dejo de cepillarse y me vio con ojos fríos.

-Eso no te importa –soltó y siguió cepillando su cabello que ya estaba más que lacio.

-Claro que me importa, mamá –dije y me acerqué más a ella para apoyar mi mano en su rostro, pero cuando lo hizo ella me la quitó de inmediato.

-¡No me toques! –grito.

Tenía los ojos como platos, no podía creer lo que estaba pasando; mi madre no era así.

-Mamá, ¿qué tienes? –exclamé mientras fruncía mi ceño.

-¿Y por qué crees que tengo algo? –respondió bruscamente.

Iba a hablar, pero ella lo hizo primero.

-¿Por qué todo mundo cree que tengo algo? –grito histérica; me alejé de ella como acto reflejo, inconscientemente –. ¿Crees que estoy deprimida? ¿Eso crees?

Yo negué rápido con la cabeza.

-¡Claro que lo crees! –Chilló – Realmente me sorprendes, Kate; creí que te importaba.

-Mamá, claro que me importas –dije aún con confusión en mi rostro.

-¡No! –grito ella haciendo que diera un pequeño salto en mi lugar –. Eso ni tú te lo crees.

Ya no sabía qué pensar, ¿qué estaba pasando con mi madre? Luego, como un rayo, recordé que estaba dormida; ella en realidad no se estaba portando así. Traté de explicárselo, pero no salió muy bien.

-Mamá –dije mientras me acercaba más a ella para que pudiera ver mis ojos; siempre decía que con ver mis ojos ella sabía si yo decía la verdad –. Yo estoy dormida, todo esto es un sueño.

Su cara se llenó de rabia.

-¡Ahora estás diciendo que estoy loca! –exclamó hilarante.

Salté de la cama y tomé el rostro de ella en mis manos mientras ella ejercía fuerza.

-Mira mis ojos –le grité debido a que ella empezó a gritar incoherencias –, siempre me dices que con ver mis ojos sabes la verdad. ¡Míralos!

Por un momento, sostuvo mi mirada. Pero duró muy poco. Quitó mis manos de su rostro bruscamente y las sostuvo entre las suyas, como si me tuviera prisionera. Luego, con su mano derecha mi mejilla derecha tan fuerte que me hizo caer al piso.

Sabía que todo eso era un sueño, pero la cachetada dolió tanto como si en la realidad ella sí me hubiera pegado. También me dolió que ella hubiera hecho eso, puesto que nunca lo había hecho antes. Apoyé mi mano en mi mejilla mientras la miraba con ojos como platos.

-¡¿Y yo por qué diablos tendría que ver tus malditos ojos?! –gritó tan fuerte que creí que la habían oído hasta los vecinos; luego, habló más calmada -. Se parecen a los de tu padre.

¿Así que eso era? ¿Amaba ver mis ojos porque le recordaban a los de mi padre?

-¿Qué? –pregunté aún aturdida.

-¡Lo que oíste! –Volvió a gritar –Eres el vivo retrato de tu padre.

Unas cuántas personas en el pasado me habían dicho que me parecía a mi padre, pero mi madre nunca lo admitía, al menos no en mi cara. Tal vez era una alucinación del sueño, puesto que era imposible que mi madre me revelara algo así en un sueño.

-Tienen la misma cara de confusión –dijo más para ella misma, luego fijo sus ojos en mí.

-Vete –dijo quedamente, pero denotó un poco de vergüenza.

-¿Qué? –musité.

-¡Que te vayas! –Exclamó ella con ojos inyectados en sangre – ¡Quiero que te vayas! Justo como lo hizo él.

-Mamá –grité debido a lo que estaba oyendo -, papá no se fue; él no nos dejó.

-¡Sí lo hizo y lo sabes muy bien! –gritó desafiándome –. Nos dejó a las dos, él sabía que todo esto era mucha responsabilidad –ahora hablaba más para ella –, estábamos casados y felices y luego llegaste tú.

-¡¿Qué¡? –grité desesperada.

-Él sí quería un hijo, pero no una niña –la rabia brotaba de cada palabra que salía de su boca –, por eso se fue. ¡Se largo de aquí por tu culpa!

Me tapé los oídos, aún en el suelo, en un vano intento de no oír las palabras hirientes de mi madre. Pero no pude más y tuve que salir huyendo de ahí. Por sacar la carrera, olvide mi teléfono, así que no tuve luz para ver en donde exactamente empezaban las escaleras.

Tropecé en el primer escalón y fui rodando por el resto hasta caer al vestíbulo. Me quedé llorando acostada en la fría alfombra, mientras hacía de mi cuerpo un ovillo y ocultaba mi cara entre mi pelo para que las espesas lágrimas se disolvieran con facilidad.

Sentí como alguien caminaba por donde mi cabeza estaba situada así que me levante de golpe, aún no viendo nada. Me sequé las lágrimas tratando de sacar aunque fuera lo poco de valor que me quedaba. De golpe, las luces del vestíbulo se encendieron. Mis ojos quedaron cegados por la luz y supuse que eso le iba a dar ventaja al desconocido.

Cuando mis ojos se adaptaron, pude ver a Sebastián al lado de un sillón de la sala. Recostado sobre una pierna, me quitó el aliento.

-¿Sebas…? –pregunté, pero noté que alguien caminaba de la cocina hacia él. Era Jasmine, quien caminaba con gracia y lentamente hacía Sebastián, para luego tomar su mano firmemente.

-¿Y creíste que en realidad quería algo contigo? –se burló Sebastián sarcásticamente mientras Jasmine soltaba una risotada de burla.

-Tú… -apenas y pude hablar.

-Sí, yo –dijo Sebastián con impaciencia –. Yo sé que te cuesta, pero has un intento.

Ser grosero no iba con él, con su personalidad ni con su rostro. Me dolieron sus palabras, pero no era de esas que se deprimían por un chico.

-Tú me mentiste –dije sin pausas ni nada. Ahora estaba enfadada con él.

-¿Qué hombre no lo hace? –habló Jasmine con voz chillona y estridente.

-Sinceramente –dije más furiosa de lo que estaba –, ya no me importa si se van al infierno los dos.

Eran palabras duras para alguien como yo, alguien que suele esconder sus sentimientos antes de revelarlos, alguien que tiene miedo por su madre, por el chico que probablemente le gusta pero sabe que existe la pequeña posibilidad de que no pase nada.

Me di la media vuelta y caminé rápido hacia las escaleras, en ese punto prefería a mi madre histérica que a ese par. Un pensamiento curioso porque en ese momento mi mama venía bajando las escaleras con los ojos saltones y gritando mi nombre.

La verdad fue que me asusté y lo único que pude hacer fue salir corriendo al estudio. Cerré las puertas, pero lastimosamente olvidé que el estudio tenía otra entrada por la cocina y Sebastián ya había entrado con su rostro angelical, pero su mirada diabólica. Salí corriendo del estudio y las puertas mismas derribaron a Jasmine, pero no había visto a mi madre.

Corrí sin aire hasta mi habitación y cerré la puerta. Una acción tonta porque de ahí ya no tenía salida.

-Kate –habló mi madre por detrás de mí.

Ni me molesté en voltear a ver hacía atrás y salí directo para las escaleras donde Sebastián y Jasmine me estaban esperando. Paré y me di la vuelta desesperada buscando una salida en el piso superior y la encontré: el baño. Lo que muchos no sabían era que el baño tenía unas pequeñas escaleras que terminaban en la cocina y la cocina tenía una salida para el patio trasero; ya lo tenía arreglado.

Corrí rápido escaleras arriba, pero mi madre ya me estaba tapando el camino. ¿Qué les estaba pasando? ¿Por qué todos estaban en mi contra? ¿Y qué querían exactamente de mí? Todos estaban más y más cerca de mí y empecé a llorar. No sabía qué pasaba.

Pero esto era un sueño, ¿no? Entonces por qué diablos seguía aquí. No, esto era más bien una pesadilla.

Me acorralaron en un barandal de las escaleras mientras yo me iba tirando al suelo y gritaba. Pusieron sus manos sobre mí y sentía como me arrastraban escaleras abajo, por las puntas del azulejo que se incrustaba en mi espalda. Las lágrimas seguían cayendo locamente mientras Sebastián me arrastraba de la camiseta hacía la cocina.

-¡No no no! –gritaba como cualquier actriz gritaría en una película de miedo; esto no era real, pero no había modo de despertarme.

Otra mano trato de sacar mi rostro de entre mi pecho y yo me rehusé, pero esa mano no desistió.

-¡Kate! –gritó mi madre.

-¡No! –grité yo.

-¡Kate! –grito otra vez.

Abrí los ojos de golpe. Tenía la respiración entrecortada y estaba sudando. El rostro de mi madre se encontraba justo enfrente del mío contemplando mi rostro confuso. Ella hablaba y trataba de hacerme entrar en razón, pero lo único que miraba era como su boca se movía y no escuchaba nada.

Era cierto. Solamente era una pesadilla…



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Rapidin..

bueh, aqui esta el capitulo mas interminable.. aun mas interminable que la lista de regalos que no recibi este anio.. pero eso es inclusive!

Solo les comento que lamentablemente este jueves empiezo el colegio /: asi como lo oyen! Tratare de escribir rapido el capitulo 8 y les doy mas detalles :)

Tengo una pereza y no quiero entrarr!! D:

Saludos y espero les guste el cap :D No les di mi testamento usual, porque mi madre ya me esta corriendo de la maquina :D

Chaoo.


Maajoo! <3>

5 comentarios:

  1. hay porfavor publica rápido, ¿sabes acaso lo que es entrar cada minuto a tu blog para leer otro de tus emocionantes caps y no encntrar nada ademas de las mismas letras formando las palabras que ya habia leido? ¡¡¡¡¡es frustrante!!!!!! , porfavor publica rápidp o me quedo sin uñas porfa porfa porfa

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  2. Hola Majo!
    Lindo cap. aunque bueno, esa pesadilla da miedo, jaja.
    Espero qe empieces bien el colegio y que tengas un lindo año!

    Agostina

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  3. h°Oola!!!!!!!!!!!!
    me encanta este fic,
    es encerio es genial...
    pero xfa publica
    d vrdad, haces q el
    suspenso s propague
    como un drama d peliicula
    jejejej bueno tal vez
    exagere, pero d vrdd
    publica pronto
    o x lo menos publica
    una vez cada dos semanas,
    con ese plaso soy feliz,
    t lo juro pero publica
    anda..... =(
    x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor x favor
    bueno creo q exageración es mi segundo nombre pero d vrdd publica lo más pronto posible, se q no es facil conseguir inspíración (lo digo x experiencia).
    bueno me tengo q ir Majo,
    t cuidas muxxothe.
    atte:
    TheAleXadalY
    besos

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  4. Poooooooooooooooooooorfas, caundo puedas publica de verdad, es muy interesante la historia te atrapa AJJAJJA wwe,peor de verdad me gusta mucho.
    muy buen cap. al principio dude que este durmiendo pero despues vi el nombre del capitulo y si era verdad jajajaj.
    otra cosita no se si a vos te encanta el pibe que pusiste para la foto de sebastian, nosee no me lo imagino asi. pero igual no estoy criticando ni nada es solo una opinion weee.
    espero que publiques prontitoooo, suerte!

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  5. hasta io me hubiera asustado con una pesadilla asi O.O me has dejado en shock
    fue muy bueno el cap
    me encanto
    cuidate majo
    mil besos :D

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Hola, Soy Majo!
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Dime si soy buena o si simplemente debería dejarlo
:D
Grx